Cultura Transversal

Cuestiones negrolegendarias. Prólogo al libro de Iván Vélez «Sobre la Leyenda Negra».

Posted in Autores, Historia, Iván Vélez, Libros, Publicaciones by paginatransversal on 28 agosto, 2014

VELEZ IVAN SOBRE LA LEYENDA NEGRA

por Pedro Insua Rodríguez – Prólogo al libro de Iván Vélez Sobre la Leyenda Negra, Ediciones Encuentro, Madrid, 2014.

«Ciertamente, la verdad es norma de sí misma y de lo falso, al modo como la luz se revela a sí misma y revela las tinieblas.» (Spinoza, Ética, págs. 152-153.)

El gran Juan Valera se quejaba hace ya más de un siglo de las palabras que, por lo que tenían de injuriosas, dirigían muchos escritores extranjeros hacia España. En particular llama la atención Valera sobre las «tremendas acusaciones» que había dejado escritas en su influyente obra el inglés, afincado en Norteamérica, John W. Draper. La situación al parecer calamitosa de la España de finales del XIX es prueba, llega a decir Draper, de la justicia y providencia divinas, pues España se ha dedicado, y en esto se cifra su trayectoria histórica, a destruir civilizaciones a diestro y siniestro, siendo así que sería injusto que no sufriera por ello un castigo providencial. De esta manera recuerda Valera, con indignación, las palabras de Draper:

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El rancio españolismo

Posted in Autores, Historia, Iván Vélez by paginatransversal on 14 marzo, 2013

MAPA DE EJPAÑA

Es habitual encontrar en la prensa española, las expresiones, de evidentes connotaciones negativas, «rancio españolismo» o «españolismo rancio», fórmulas identificadas con un caduco esencialismo unitarista atribuido a los defensores de una nación española a menudo acusada, por parte de quienes recurren a tales rótulos, como «prisión de naciones». En este trabajo trataremos de rastrear y analizar someramente los términos de tal construcción: «rancio» y «españolismo».

Por lo que se refiere a la primera parte de la construcción, encontramos, ya en el siglo XVIII y en tierras hispanoamericanas, el rótulo «filósofo muy rancio» en la siguiente obra, en la que, además, se observa hasta qué punto el ortograma imperial seguía vigente con los ojos puestos en el continente asiático{1}. Es en la Nueva España, cuya denominación iba decantándose hacia el vocablo México, donde se emplea, en 1765, la fórmula «filósofo [muy] rancio», concretamente en la tercera página de su Carta familiar de un sacerdote: Respuesta a un colegial, amigo suyo, en que le da cuenta de la admirable conquista espiritual del vasto Imperio del Gran Thibét y la Misión que los Padres Capuchinos tienen allí, con sus singulares progresos hasta el presente. Dase también una noticia sucinta de la fundación de esta penitente, Seráfica Familia, de los Santos que la ilustran, Cardenales, Arzobispos: de su observancia, y austeridad: Misiones que tiene en todo el Orbe: Provincias Convento, y Religiosos, en que se halla propagada, con otras noticias Histórico-Eclesiásticas (Imprenta de la Biblioteca Mexicana en el Puente del Espíritu Santo, año 1765. Y ahora reimpresa con algunas Notas en Madrid. 1772. Por D. Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.):

«Mi Amigo, y mi Señor.
Soy curioso: no extrañe V. md. mi manía; que a lo que entiendo no es tan mía, que no sea también de todos los hombres. Así lo oí a un sujeto muy erudito, alegando a su favor un Filósofo muy rancio, que decía: Todo hombre desea naturalmente saber. Así me sucede a mí; y no teniendo otro maestro, que a V.md. a V.md. recurro, para que me enseñe.
Ya sabe V.md. mi corta educación en lo más retirado de la América, y que con cuatro rudimentos de Filosofía, me ha trasladado mi suerte de entre los Indios Apaches a continuar mis estudios a este Colegio de Paztquaro. Y aunque mi curiosidad dulcemente me inclina a la apreciable lección de bellas letras, apenas me queda tiempo de mis precisas tareas para saciar mi apetito. Demás que los vapores sulfúreos, que continuamente exhala el volcán vecino de Xurullo, son aquí tenidos por poco sanos para la ocupación frecuente del estudio: con que me veo imposibilitado de saber lo que pretendo. Ya creó soy largo en el exordio: voy al caso.
Un día de estos apareció aquí un P. venerable con un hábito estrecho, y remendado, barba crecida y en todo predicando mortificación, y penitencia. Su desnudez, compostura, y religioso aspecto, me llevó la atención; y aunque al principio le tuve por Padre Bethlemita (* Es Religión en la América parecida mucho a los Capuchinos en el hábito), la diversidad de capilla, y el cordón, me hicieron mudar de dictamen.»

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