Cultura Transversal

Secretos de familia

Posted in Autores, Joaquín Albaicín, Libros, Literatura, Publicaciones, Sabiduría Universal by paginatransversal on 22 enero, 2014

JOAQUÍN ALBAICÍN - Foto José Luis Chaín-Soria Taurina

por Joaquín Albaicín – Los dueños de un objeto imprimen sobre éste una huella de consecuencias más que dactilares y que, si no indeleble de necesidad, puede muchos años después seguir siendo apreciable por medios sutiles. A ello se refirió Eliade en un ensayo hoy olvidado sobre la criptestesia. La merma experimentada por el hombre en sus facultades de percepción metapsíquica, explicaba, ha convertido hoy en inocuos para él los efectos de esas huellas sutiles.

Y ¡menos mal! Imaginen qué sería adquirir una flauta de segunda mano en Cash Converters y, a ratos, visualizar situaciones vividas por sus antiguos poseedores. La gente como Sol Nazerman, el protagonista de la novela El prestamista, de Edward Lewis Wallent (Libros del Asteroide), viviría con el alma en vilo. Y qué sustos de patatús no se llevarían en los mostradores de Compro Oro al ir a pesar la cadenita en la balanza y verse asaltados por la súbita visión del galán que se la regaló a la abuela cuando era moza. El país se colapsaría por completo, pues trueque, usura y chamarileo son, con la bonoloto, las únicas industrias que en él registran, a día de hoy, apreciables índices de actividad real.

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Libros malditos

Posted in Autores, Joaquín Albaicín, Libros, Literatura, Publicaciones by paginatransversal on 8 enero, 2014

JOAQUÍN ALBAICÍN - Foto José Luis Chaín-Soria Taurina

por Joaquín Albaicín – El nombre de Erich Mielke sonará a todo estudioso de la historia del espionaje y los totalitarismos: auxiliar de Stalin en sus feroces purgas, llegó a dirigir la Stasi. Como la de tantos individuos de la época, su ascendente carrera política comenzó cuando en 1932 asesinó por la espalda a un policía berlinés, delito por el que, tras la caída del Muro, fue juzgado en la Alemania reunificada. Mielke ha retornado del trasmundo –o de donde quiera que vayan los ateos después de muertos- como uno de los principales personajes de Gris de campaña, la –por el momento- última aventura de Bernie Gunther, el detective cuyas debacles morales, heridas sin cerrar y dolores de cabeza pasea Philip Kerr por los antros, despachos y trincheras de peor olor de la República de Weimar, la II Guerra Mundial y la Guerra Fría en una serie que RBA lleva ya varios años publicando con gran éxito.

En esta ocasión, Gunther es detenido y confinado por los norteamericanos en Landsberg y, cosas de la vida, en la misma celda un día ocupada –tras el putsch de Munich- por Hitler. Allí, obligado a evocar por escrito sus aventuras y desdichas en el París ocupado, su paso por el frente ruso y el gulag y su relación con Mielke, repara en que algo del aliento del monstruo podría haber quedado adherido a los cristales de la ventana… y pide que los limpien.

Temor, sí, a que el hálito del dragón pueda alcanzarle aún. Bastante más, por tanto, que un repelús de tiquismiquis o un guiño jainista y reivindicador de las mascarillas bucales. No, Bernie Gunther es un escéptico y, además, dudosamente ha oído hablar de Mahavira. Se trata, sobre todo, de que la profilaxis psíquica es tan importante como la física, si no más.

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Lecturas de Reyes

Posted in Autores, Joaquín Albaicín, Libros, Literatura, Publicaciones by paginatransversal on 31 diciembre, 2013

JOAQUÍN ALBAICÍN - Foto José Luis Chaín-Soria Taurina

por Joaquín Albaicín – La editorial Pepitas de Calabaza luce con orgullo el lema de tener “menos proyección que un Cine Exín”, por lo que –dejémonos de tópicos- es de augurarle un notable éxito. Al menos, el Cine Exín que yo conservo, regalo de los Reyes cuando marcaba goles Amancio, funciona aún a la perfección. He leído recientemente dos novelas de autores egipcios: una, por mediación de este sello y, la otra, la del más joven y todavía vivo, tiene mucho de película de Super 8 corta, muda y en blanco y negro, como las de Johhny Weissmuller con las que, fundamentalmente, nutríamos en la infancia nuestra filmoteca los usuarios del Exín. Así que Herencias de El Cairo, de Yasser Abdel-Latif, retablo de estampas costumbristas, hilador de la historia de una familia de emigrados nubios, galardonada con el Premio Sawiris y cuyo real protagonista es la ciudad, bien podría haber sido también lanzada por Pepitas de Calabaza en vez de por Icaria. La escena en que el manifestante contra la primera Guerra del Golfo es impactado en el rostro por un bote lacrimógeno y trata de eliminar el ardor lavándoselo con Schweppes, es muy de Mack Sennett.

La publicada por Pepitas es Una ambición en el desierto, de Albert Cossery, quien en la treintena de su vida se instalara para siempre en un hotel parisino y cuyo centenario se cumple este año. Pero es una novela ya sonora. Comparte con la de Abdel-Latif el sorprendente interés que por la política parecen sentir los egipcios (o los árabes en general, pues la trama de Cossery discurre en un emirato del Golfo). Vaya por delante que no pretendo extraer de sólo dos novelas una panorámica general del presente estado emocional de los pueblos árabes. Pero me ha sorprendido algo esa constatación en ambas de cómo la oposición al colonialismo –ya desde posiciones izquierdistas, ya islamistas- ha sido vehiculado, curiosamente, mediante la apropiación de la verborrea maximalista y los doctrinarismos radicales de Occidente.

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Armaggedón en el Islám.

Posted in Joaquín Albaicín, Sabiduría Universal by paginatransversal on 15 septiembre, 2009

por Joaquín Albaicín *

Voces como las del Pseudo-Metodio, Nilo, Ireneo, Orígenes, Martín de Tours, Paracelso, Lutero, Fiore, Arnau de Vilanova o la recién beatificada Anna Katherina Emmerich han dejado constancia durante dos milenios de la preocupación íntima del corazón humano por la batalla prometida para el Fin de los Tiempos entre el anti-Cristo de pestañas albinas y el Enviado de Dios, lid que -enrollando el mundo como un pergamino- dará cerrojazo al ciclo de esta humanidad. Sir Robert Anderson y un servidor, incluso pusimos idéntico título –El príncipe que ha de venir– a nuestros respectivos libros en torno al Fin… Inevitable, referirse a uno de los tratados cimeros sobre el tema: El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, de René Guénon. O a La Hora Undécima, de Martin Lings, de próxima aparición en castellano. Ahora, por gentileza de la Fundación Cultural Oriente y con matasellos de la lejana Qom, tan vinculada a la historia de los Reyes Magos, llega a nuestro buzón el nuevo libro del ayatollah Ya´far Subhânî: La doctrina del Islam Shi’ah a la luz de las enseñanzas de Ahl’ul Bait. Nada más abrirlo, se despliega ante nosotros un hadith de Muhammad referente al Mahdi, compañero de Jesús en la guerra apocalíptica contra las fuerzas de la perversión universal: «Aunque no quedara en el mundo más que un solo día, Dios alargaría ese día hasta que surja un hombre de mi descendencia que lo llenará de justicia y equidad, tanto como lo habrá estado de injusticia e iniquidad«.

No es ajena al Islam, en efecto, toda la escatología relativa al aquilón, los dos testigos y la «fuerza que lo retiene«, habiendo destilado sus doctores -en paralelo al Apocalipsis sinóptico, las Cartas a los Tesalonicenses y la revelación de Patmos- toda una tradición magisterial relativa tanto al hijo de iniquidad (Al Dajjal) como al paladín celestial (Al Mahdi). Como dice Subhânî sobre éste: «La existencia de tal Reformador mundial en el futuro de la humanidad es … asunto categórico sobre el cual no es factible la duda. Aquello objeto de discrepancias es si ya ha nacido y ahora mismo se encuentra con vida, o si es que vendrá en el futuro«. Los shiíes creen que advino en el año 225 de la Hégira, vive aún y no es otro que el XII Imam. ¿Por qué permanece oculto? ¿Para -como resaltara el Imam Bâqir- no ser asesinado al manifestarse antes de darse las condiciones requeridas? Esto, escribe Subhânî, constituye «uno de los secretos divinos«. Se asegura, en cualquier caso, que su ocultación «no equivale a la separación del Imam respecto de la comunidad», pues es «como el sol que se encuentra detrás de las nubes, al cual no alcanzan las miradas, pero de cuya luz la gente de la Tierra se beneficia«.

¿Cuándo vendrá? Aunque muchos relatos se refieren a las señales mayores y menores anunciadoras de su aparición, Subhânî reitera que nos hallamos ante otro secreto divino y que «no se puede aceptar las pretensiones de aquellos que invocan conocer el momento de la manifestación del Imam o especifican un tiempo para su manifestación«. Hay, por supuesto, disenso sobre la cuestión, en especial ahora, cuando por doquier se advierte en cada ciudadano de Occidente un signo andante del Fin de los Tiempos. Así, un maestro espiritual sunní, el sheykh Al Haqqani, aseguró en 1985 -en su obra Misterio de los misterios detrás de los misterios– que el Mahdi había nacido en la década de 1930 en Wadi Fatimah, una aldea a medio camino entre Medina y Jeddah, siendo en su adolescencia retirado del mundo por sus padres. Hoy, viviría a resguardo de toda mirada en los Cuarteles Vacíos, gruta que da alojamiento a «la iglesia de la Felicidad … construida por ángeles«, en un desierto de arenas movedizas entre Yemen y el Hejaz. Según Al Haqqani, también el anti-Cristo -cargado de cadenas en una isla inaccesible- respira ya en la Tierra, encarnado en un cuerpo particular.

Armaggedón, explicó, será una gran guerra desatada a fines del siglo XX o principios del XXI entre el Este y el Oeste, la última de la Tierra y en la que morirán seis de cada siete hombres. El Mahdi la detendrá. Surgirá después un gran tirano: el anti-Cristo. Jesús y el Mahdi comparecerán entonces en Damasco, junto a la tumba del Bautista y a la hora de la plegaria del amanecer. A su proclamación de: «¡Allahu Akhbar!«, todo el poder de la tecnología sufrirá un colapso. Acto seguido, el Mahdi se enfrentará en Constantinopla al anti-Cristo, llegado de Khorassan. Consumada su derrota, la Tierra conocerá cuarenta años de paz absoluta -equivalentes al refrigerio de los justos de la tradición profética cristiana- al cabo de los cuales los demonios iniciarán su contraataque. Jesucristo morirá diez años después, es decir, cincuenta después de Armaggedón. El reinado del Mahdi -patente homólogo del Último Emperador del profetismo cristiano- durará siete, y Jesús pronunciará la oración en su funeral.

El sheykh Ad-Daghestani, maestro de Al Haqqani, comunicó en su día vaticinios complementarios en los que, con independencia de que toda profecía sea siempre, y más en los Últimos Tiempos, un espejo quebrado, no es difícil reconocer la facultad visionaria auténtica: árabes e israelíes, predijo, firmarían tras el desplome del comunismo la deseada paz duradera por mediación de América. Las guerras entre todos los países irían siendo sofocadas poco a poco bajo el liderazgo americano (ya el Pseudo Hipólito, allá por el siglo IV, advertía de que el dúplice anti-Cristo «ayudará a las viudas, protegerá a los huérfanos, amará a todos, hará que los enemigos hagan la paz«, siguiéndole Soloviev con su anuncio de que el tentador «revestirá con el brillante velo del bien y de la justicia el misterio de la absoluta iniquidad«). Mas, cuando nadie espere una nueva contienda, las bases americanas en Turquía serán atacadas por un país vecino y el conflicto se extenderá por todo el orbe. En ese tiempo, vendrá el Mahdi. También predijo Ad-Daghestani el fraccionamiento de China en pequeños países tras la conclusión con los Estados Unidos de un acuerdo de renuncia a las armas nucleares.

«Veo a Inglaterra entrando en el Islam«, agregó el sheykh, anticipando de algún modo la protección dispensada por la familia real británica al Islam europeo y su interés por diferentes religiones, lo cual, a no ser que Camilla Parker-Bowles resulte una Magda Lupescu, tiene bastante lógica a la luz de los retiros del Príncipe de Gales en el Monte Athos, sus visitas al manantial griálico de Glastonbury, su decidida oposición a la comida transgénica, su defensa de la arquitectura tradicional o su afición a la lectura de obras de Guénon o Titus Burckhardt…

Naturalmente, estas profecías de la familia abrahámica hallan su paralelo en las budistas sobre el XXV Kulika de Shambhala, las hindúes sobre Kalki, las zoroastrianas sobre Saoshyant… Y es que la configuración aparentemente heteróclita del corpus profético intertradicional no priva a este de consistencia simbólica –enorme- ni enmagrece en modo alguno la solidez de su esternón, que es uno.

Artículo publicado en el diario ABC el 23-I-2000

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Espías

Posted in Historia, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 30 agosto, 2009

Joaquín Albaicín *

Flotan en el Báltico las cenizas de Bormann, extraídas acaso de la Mina de Los Cuatro Hermanos. Reposan en San Petersburgo las de los Romanov, quién sabe si no importadas de Bariloche (Argentina). A los grandes enigmas de la Inteligencia siempre se les da carpetazo con tierra de la misma caja.

Revólver presto bajo la casaca, recorre Gurdjieff costas de Creta, periferias himaláyicas y estepas de Transcaucasia. Son los mismos cielos antaño vigilantes del Crowley que, hecho polvo y arruinado en Túnez, escribe a un Trotsky todavía no caído en desgracia, proponiéndose como cerebro y mano ejecutora de un plan para erradicar el cristianismo de la faz de la Tierra. Trebitsch-Lincoln, el que fuera consejero de Ludendorff, el que tomara habitación en Munich días antes del putsch, el mismo que se dejó ver en la guerra del Manchukuo y, luego, excitó a las masas en Manchuria con apocalípticos manifiestos pro nipones, aguarda -año 1943- en Shanghai el puñal pagado para darle muerte: ya no podrá gastar la fortuna estafada gracias a sus colectas para restaurar y fundar lamaserías. Michel Goleniewski, coronel de inteligencia polaco, tras años informando a Washington desde su privilegiado puesto, cruza a Occidente en 1960, revelando el más preciado de sus secretos: no es un coronel polaco, es… ¡Alexei, hijo del Zar Nicolás II! Paul Ernst Fackenheim, alias Paul Koch, el espía judío de Hitler, salta en paracaidas sobre Palestina para evitar que los alemanes maten a su madre.

Asmahan, la princesa drusa, diva de la canción de la Corte de Faruk a quien los servicios de la Corona y del Reich se disputan, muere al caer su coche al río durante un rodaje. Ernst Schaefer, jefe de la expedición SS al Tíbet de 1938, cazador de yetis para un general chino y, luego, pieza clave en la Operación Bernhardt que pretendía inundar Londres de moneda falsa, así como en los rescates de Ciano y Mussolini, cuenta muchos años después de la guerra, con el pseudónimo Walter Hagen, sus aventuras en varias novelas. Leopold Trepper, agente del Komintern que manejara la batuta de la Orquesta Roja, espera en su celda de la Lubyanka a que muera Beria y finalice el calvario con que la patria socialista le ha pagado sus servicios (Harro y Libertas Schulze-Boysen se ahorraron la recompensa: los tribunales nazis dictaron sus órdenes de ejecución).

En 1970, Jacques Vérges, antiguo asesor de Ben Bella, hace mutis por el foro. Tardará ocho años en volver a dar señales de vida. ¿Con quién estuvo? ¿Con Pol Pot? ¿Con El Chacal? Manabendra Nath Roy, brahmán bengalí fundador del Partido Comunista de la India, huido a México con ropajes de cura tras apresar los británicos un envío de armas para los revolucionarios de Calcuta, hombre que en el II Congreso de la Internacional hiciera mudar de opinión a Lenin sobre la importancia estratégica de la caída del Imperio colonial británico, consigue -lo que quizá tenga más mérito- sobrevivir a Stalin para terminar sus días, como un Solana o una Almeida cualquieras, encabezando manifestaciones pro-Aliados. El coronel Etherton, cónsul británico en Kashgar, que fuera uno de los principales alfiles en el Gran Juego, echa dos vueltas de llave a la casa en que brindó su hospitalidad a tantos peones. Shubas Chandra Bose se fuga de su domicilio en Calcuta y, tras atravesar Afghanistán bajo el nombre de Rehmat Khan, se embarca en un submarino para intentar llegar a Berlín y lograr apoyo para la independencia de India. Anatolio, vidente parisino, advierte en su mesa de tres patas al Príncipe Yusupov de los complots para asesinarle tramados por la hija de Rasputín, domadora de fieras en un circo. David Shayler, agente del MI5, desvela por internet los pormenores de un atentado británico contra Gadafi. Sir Richard F. Burton, explorador, espadachín, escritor y donjuán, además de agente secreto desde su incorporación en Baroda como oficial al ejército de la Compañía de las Indias Orientales, recoge en su cuaderno de notas, un cigarro entre los labios, sustantivos y adjetivos del idioma de los monos. Sarat Chandra Das, agente de la Royal Geographical Society, se juega el gaznate trazando planos en la Corte del XIII Dalaï Lama. Un hombre moreno a sueldo de Estados Unidos cruza varias veces la frontera de los dos Berlín días antes de que una bomba abata en la discoteca La Belle a varios marines y una chica turca. Evgeni Novikov, ex miembro del Comité Central del PCUS, deserta en 1988 para terminar en América de botones en un hotel (revancha para los rusos blancos que de general o conde pasaron en el París de los 20 a taxista o pianista de cabaret), François Genoud, banquero de la diáspora nazi, se suicida a orillas del lago Lausanne para eludir la citación de la banca suiza. James Earl Ray muere en prisión sin derecho a hablar el 24 de abril de 1998. Timothy Hutton da muy bien vida a Aldrich Ames en una adaptación cinematográfica más bien sosa de su caso. Moscú, Berlín Oriental, Darjeeling, Estambul, El Cairo… y también, desde que apareciera fugazmente en La carta del Kremlin de Huston, Zihuatanejo.

Artículo publicado en el diario ABC el 23-I-2000

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Oliva Soto: vuelve el duende

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 18 agosto, 2009

JOAQUÍN ALBAICÍN

A poco de cumplirse y celebrarse los cuarenta años del primer alunizaje, corrida lunar en honor de la Virgen de los Reyes, y yo que vuelvo a los tendidos de la Maestranza después de varios e involuntarios años de ausencia. La Luna, a los pies de la Virgen, hacía destellar con argénteo parpadeo el oro de los vestidos de los matadores, a la par que tintaba de esmaltes áureos los bordados de las cuadrillas. La terna de valientes, igual que la del Apolo XI: dos tripulantes hollaron con sus pies la regolita lunar –tocaron pelo- y otro hubo de contentarse con permanecer a los mandos de la nave a espera de mejor ocasión.

Yo fui a ver, en particular, a uno de los toreros, cuya presentación y repetición en Las Ventas viví con interés y entusiasmo hace ya dos estíos: Alfonso Oliva Soto, un hombre con Duende.

No me decepcionó. En esta selenia velada, la Virgen iluminó su capote con dorados fulgores durante toda la corrida. Alumbrado por tan privilegiada candela, derrochó Oliva Soto colorido, sabor a índicas especias en el cimbreo y el temple de las verónicas de saludo, así como en las tres chicuelinas galleando y el cambio de manos por la espalda con que dejó al toro en el caballo. Sentimiento y cromatismo derramó igualmente, con el tercer toro, en ese quite de dos verónicas, en su sacar, dar el pecho con acaganchado resoplido en el remate a una mano… Al cuarto, lo lanceó de capa aplomado por ese peso doliente de los renombrados capoteadotes gitanos de la Cava. Circulan por ahí otras dos capas, otros dos percales, uno de ellos de más o menos su misma quinta, con los que organizarle un duelo cordial -¿por qué no aquí mismo, en Sevilla?- resultaría un deleite para la afición: los de Manuel Amador y David Mora.

Su primer oponente fue complicado de manejar. Manso, quedado, reacio a tomar el primer muletazo, amagaba en el segundo con herir y, tras beberse a regañadientes el tercero, recetado siempre con enjundia torera por Oliva Soto, había ya que vaciarlo con el de pecho. Un toro grandote, soso y con guasa soterrada. El torero le aplicó la faena perfecta, una faena de aire netamente lustral, purificatorio… La más acorde posible con la condición del toro, medidísima de reloj, desgranando el compás y toque precisos. Atacó con el acero con enorme seguridad, sin volver la fisonomía en el embroque, cayendo el toro hendido de muerte y hasta el pomo al primer viaje. Salieron a relucir los pañuelos, y crepitaron las palmas en la vuelta al ruedo.
Su segundo, con embestida propiamente dicha sólo en el primer tercio, fue un regalito, ese toro con el que ciertos aficionados quieren ver a Oliva Soto: falto de fijeza, sobrado de mala uva y con seis o siete gañafones en la recámara, que sólo porque la Virgen, Reina de la Noche, así lo quiso, no rasgaron la nazarena seda. Oliva Soto se sabía en el punto de mira, bajo la lupa del enemigo, y no rehusó plantar batalla. Esquivó los puñales sin mover las zapatillas, muleteó con firmeza y, con la espada, fue un cañón. Esa estocada, su valor y esos lances de lapislázuli engarzado en oro valiéronle la oreja.

La banda no le ayudó, pero a sus manos, recién muerto tan hosco oponente, fue a parar el casi único trofeo de la noche. Ni un solo compás dedicó a sus dos trasteos una murga a la que su director instaba a romper a tocar apenas cualquiera de los otros dos alternantes en el ruedo ligaba muletazo y medio un poco aseados… Claro que no habían pasado diez segundos cuando, visto lo que se daba ahí abajo, había el de la batuta, muy a su pesar, de dar a sus músicos la orden de poner fin al pasodoble. Miraba uno hacia los excelentes músicos de la banda, reflexionaba luego acerca del criterio taurino de su jefe de filas, y no podía evitar pensar en aquello de: “¡Dios, qué buenos vasallos si ovieran buen señor!”

Volveremos, después de este sólido triunfo, a ver a Oliva Soto. Y es que un año en el dique seco nada supone para el Duende. El Duende, a veces, duerme. Pero nunca desaparece. Anoche, en Sevilla, se vio.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Biblioteca errante

Posted in Joaquín Albaicín, Literatura by paginatransversal on 15 agosto, 2009

Joaquín Albaicín *

Biblioteca Errante no es sólo el sello editorial fundado por el bardo Carlos Lencero, letrista de Camarón, Pata Negra y Raimundo. Es también el puñado de libros conjurados entre sí para que en todo viaje que haga haya de cargar con ellos: el Bhagavadgita, El Rey del Mundo de Guénon, el ensayo de Slessarev sobre el Preste Juan, Espectro luminoso del budismo de Marco Pallis, Bestias, hombres, dioses de Ossendowski… Casi todos lucen en su contrasolapa relación de los lugares a los que me han acompañado y, algunos, aplanada y seca, la flor local que una beldad introdujo entre sus hojas en Kharkhorin o Udaipur. ¿Quién me iba a decir que un día de mi cumpleaños iba a pasarlo en Ulan Baatar leyendo La tournée de Dios de Jardiel, que una noche en tren de Lucknow a Agra me la iba a acortar Simenon, o que mi vuelta en autocar del estreno de Narciso por Canales en Sagunto dispondría el Destino que la consumiera en la lectura de Blues de la frontera de Sherman Alexie…?

Es una Mano Invisible la que decide esos encuentros, aunque a veces la relación libro-lugar la cree el viajero, que es quien lleva al primero en la maleta y arriba al segundo (si bien, en ocasiones, impulsado por un autor). Borges, por ejemplo, me parece -acaso, por lo de los laberintos- pluma muy para leer en Benares. Los relatos publicados por Lencero bajo el título Los arenales de la madrugada los imagino -no me pregunten por qué- paladeados junto a un luminoso ventanal por aquel Yul Brynner dedicado en su castillo de Normandía a la cría de palomas mensajeras. Y me gustaría releer en París, o en alguna pensión berlinesa con vistas al canal Landwehr, toda mi biblioteca anastásica.

Claro que, como dijera el ya citado Jardiel: «La mujer y el libro que han de influir en una vida llegan siempre a las manos sin buscarlos». Hedin, cuando partió de Fergana rumbo a Kashgar con dos perros, «quince hermosos caballos y una verdadera muchedumbre de sirvientes», se llevó consigo obra tan célebre -en Suecia, suponemos- como Fänrich Stal, de Runeberg. Bruce Lockhart, dos semanas preso en el Kremlin, aprovechó para devorar, entre otros, a Tucídides, la Historia de los Papas de Ranke y Contra la corriente, de Lenin y Zinoviev. Mientras esperaba a que sus carceleros fuesen a asesinarlo en la saca de la checa de Fomento, Ledesma Ramos alternaba el juego de los barquitos con la lectura de libros de astronomía. En San Pedro y San Pablo, aguardando sentencia (las sacas no eran cosa de las prisiones del Zar, sino de las mazmorras populares), Dostoievsky leía la Biblia, a Shakespeare y a Charlotte Brönte. En cuanto a Yuri Gagarin, primer funcionario en traspasar la atmósfera, no echó libros al morral. Sólo, pensamientos de tan dudosa credibilidad como: «Pensé que la nave volaba sobre el Congo, sobre el país en el que los imperialistas habían asesinado arteramente a Patricio Lumumba, valeroso luchador contra el colonialismo y por la felicidad de su pueblo». Sí, es exactamente lo que un hombre inteligente pensaría a bordo de una nave espacial. ¿Cómo elegir otro objeto de cavilación? Y, ¡qué tierna infancia hubo de ser la de Yuri, que meses antes de su aventura se comía con los ojos las fotos de los astrochimpancés de Cabo Cañaveral publicadas por LIFE! Al pie de la escalera que conducía al interior de la cápsula, se detuvo un momento a recordar los fogonazos más felices de su vida. Uno de ellos es especialmente literario: «Escolar, escribiendo por primera vez la palabra Lenin». Ni Boris Izaguirre -con su humor en el fondo tan aparatchik- lo superaría. ¿Qué sienten hoy los niños al escribir por primera vez la palabra Bush? ¿Aman a Bush con la intensidad que Gagarin niño amó a Lenin? Y, ¿lee Bush? Algo, seguramente. Pasaron, por desdicha, los tiempos en que los hombres éramos gobernados por analfabetos como Carlomagno. Roguemos por su vuelta.

Artículo publicado en el diario ABC el 21-VII-2002.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Luis Francisco Esplá y su apoteosis de rioja y oro.

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 1 agosto, 2009

Joaquín Albaicín *

Se puede torear y triunfar por todo lo alto acordándose de Joselito El Gallo, de su hermano Rafael, de Antonio Fuentes y Manuel Granero. Sí, hoy mismo, en 2009 d. C. Mi tío Miguel, que aprendió a bailar viendo hacerlo en las fiestas familiares a su madre y a su tío El Gato y cuyo paladar de aficionado fermentó y se refinó en los tendidos de la Edad de Plata, me aseveraba ya a finales del siglo XX que únicamente dos toreros del escalafón llevaban hasta su pituitaria el aroma de los de sus días mozos: Rafael de Paula y Luis Francisco Esplá. Uno alcanzó asimismo a conocer a don Antonio Bellón, quien, habiendo visto de luces al gran Antonio Fuentes, seguía en la década de 1980 escribiendo y firmando reseñas en la prensa taurina. A juicio de don Antonio Bellón, Ignacio Sánchez Mejías había sido el mejor banderillero de la historia hasta que había visto a Esplá… O quizá –tendría que revisar mis notas de entonces, y no voy a hacerlo ahora- me dijo que el mejor, a sus ojos, con los rehiletes había sido Esplá, detrás sólo de Ignacio Sánchez Mejías.

El caso es que Ignacio se me ha “aparecido” varias veces. Se me apareció en un sueño, en el que me paraba en la calle Princesa para preguntarme si había visto pasar por allí a su perra Marquita. Se me “aparecía” siempre que iba a casa de Pilar López, cuando en cada cenicero creía apreciar la huella de una colilla de Ignacio. Y se me “apareció” la otra tarde en Las Ventas.

Bueno, no exactamente en Las Ventas, porque este año no me han dado pase (los pases deben ser, al parecer, no para quienes contamos lo que vemos acaecer en la plaza, sino para quienes redactan dificultosamente “reseñas” de dos líneas para no se sabe qué gacetillas locales), y la corrida de despedida de Esplá la vi, como todas las demás, gracias a las modélicas retransmisiones de Manolo Molés por el Plus. Pero bueno. El caso es que yo ya sentía un nudo presionándome la garganta, porque con el paso de Esplá a la tertulia de las clases pasivas se terminaba de ir de naja mi adolescencia, ya de por sí bastante prolongada. Yo creo que era el que quedaba de los espadas con cuyos paseíllos granó mi pasión por la Fiesta, allá en la grada del 3 donde la familia de mi amigo Carlos Lancha tenía varios abonos. Porque lo cierto es que ya no están –aunque estén- Rafael de Paula, Antoñete, Pepín Jiménez, Curro Romero, Manzanares, Curro Vázquez, Rincón (aunque el cesáreo advenimiento de este último aconteció siendo yo ya hombre de pelo en pecho)… Ni están Julio Robles, Ojeda, Lucio Sandín, Manolo Cortés, Miguel Espinosa Armillita, Paco Ruiz Miguel, José Luis Bote, Joselito, Capea, Galloso, Dámaso… Vivimos ya de pleno en otra época del toreo.

Así que la congoja estaba ahí. ¿Cómo podía ser de otro modo? Pero se me “apareció” Ignacio Sánchez Mejías y ya sentí la corbata de la emoción ceñirse a mi garganta como si estuviera escuchando a Antonio El Rubio cantar un fandango a la muerte de su perra galga. Se asió Esplá con la zurda a las tablas para recibir por las alturas al toro, y sí, allí estaba, guerrero y gallardo, el torero del 27. Cuando, tras el primer muletazo, se llevó la pañosa a la cadera, tenía las orejas cortadas. Dios estaba con él. Su faena a Beato -¡qué toros le salen a don Victoriano del Río cuando le salen!- fue una de las que más hondamente me han emocionado de cuantas he presenciado, a fuer de constituir la mil y una veces soñada sublimación, casi tangible, del sueño utópico gallista. El toreo al natural –ante todo, eso: naturalísimo- de Esplá dio fugaz, pero consistentísimo cuerpo a un sentido monumento que hora era ya de que alguien alzara en honor de la vieja plaza de la Carretera de Aragón. Enorme, gran y naturalísima sensibilidad, asimismo, la de don José Antonio Chopera al propiciar que el adiós del torero a Madrid tuviera lugar ante astados de un hierro de lujo. Limpiando los pinceles en los bufidos de Beato, Esplá, que también es pintor, terminó por fin, además, de rematar su autorretrato humano y artístico. Siempre aprecié en él a un torero fundamental y radicalmente tímido. Siempre creí detectar bajo su terno, incluso en sus comparecencias más felices ante la afición, un soterrado ataque de timidez que le impedía sacar a la luz muchas cosas vibrantes en su corazón y muñecas. Comprendo ahora que el ángel de su Destino le susurraba la orden de guardar todo eso en reserva para el final del camino. Nada menos que treinta y tres temporadas matando alimañas con trasteos repletos –para quien quisiera y supiera verlos- de subrayados, notas a pie y alusiones varias a la tauromaquia de Gelves le ha costado desprenderse de esa timidez.

Y ¡con qué elegancia se despojó del velo! Faena aromática, salpimentada de especias toreras, con pases de pecho tan gráciles como rotundos, con firmas y desdenes de tan sencilla como esmerada acuñación. ¡Esos dos naturales! Y todo, con un señor toro: toro con volumen, cuajo y arboladura. Toro con embestida, con brío, celo, empuje… Toro para toreros machos. Un toreo –lo subrayo- naturalísimo, sencillo, acunado por el don del ritmo, bendecido por un mágico sentido de la medida en cuanto a tiempo y distancias, sin ahogar al toro ni a la hora de la muerte, y para cuya plasmación los astros y el clima concedieron su preciso beneplácito.

Dios, decíamos, anduvo a su lado, y en la suerte de recibir, con permiso Suyo, Martín Agüero y Fortuna. La faena de Esplá, turiferada por ello con los inciensos de la verdadera espiritualidad y, pese al nombre del toro, ayuna por entero de esa beatería falsuna conformada a base de desplantes desencajados, zapatillazos, suma y sigue de pases de pecho y golpes de guedeja desordenada por el viento, ha quedado ya inscrita en el cuadro de honor reservado en el frontispicio de la Fiesta a las más nobles hazañas.

Gracias, torero. No te echaremos de menos, porque lo que hiciste es imborrable y nos acompañará siempre en la memoria. Espero te llegue mi emocionada y humilde enhorabuena.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: Miguel «El Rubio»: personalidad.

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 22 julio, 2009

Nos ha tocado gozar y sufrir una época flamenca en la que hay grandes cantaores o, al menos, gente que borda los cantes sin que pueda ponérsele una pega y nada tiene que envidiar afinando al que inventó el solfeo. Tenemos cantaores largos y cantaores cortos, cantaores espontáneos y cantaores cerebrales, cantaores que modulan con verdad la voz y cantaores que la empanan con falsete, cantaores predilectos del Duende y cantaores nulos de inspiración, cantaores frágiles y cantaores que parece que se suben a un ring… tenemos de todo y para todos los paladares.

Pero, lo que no hay, y eso es también menester reconocerlo, lo que no abunda, es cantaores con auténtica personalidad. Es decir: tenemos camaroneros a puñados, maireneros por un tubo, caracoleros que no pasan desapercibidos, bastantes peineteros, algún que otro marchenero testimonial, tal o cual taleguero empecinado… Pero cantaores con personalidad, que saquen la voz, jueguen con ella, se expriman el corazón y lo que les salga por la boca suene diferente -siendo lo mismo- a lo secularmente consignado en los anales flamencos, se pueden contar con los dedos de la mano. Así, cuando en la actualidad se canta por soleá, o por fandangos, no se habla ya, como en el pasado, de estilos acuñados por cantaores contemporáneos, sino que se hace siempre referencia al fandango de Menganito, o a la soleá de Periquito (siendo Periquito y Menganito gitanos cuya fecha de nacimiento, en el siglo pasado o los albores de este, permanece dudosa incluso para los más sesudos flamencólogos).

Uno de esos poquitos de quienes podríamos decir que es un cantaor con verdadera personalidad es Miguel El Rubio, hijo de un gitano que nunca fue artista profesional, pero sí un gran aficionado distinguido por los Cielos con una intuición portentosa y un eco de almíbar amargo que ha quedado en la historia del flamenco -dada la enorme influencia que ejerció su cante de cuarto sobre un juvenil Camarón de la Isla– como uno de los principales protagonistas de la última revolución.

Tiene fama Miguel -y bien ganada, por cierto- de ser un cantaor de cuarto, de reunión, de fiesta gitana, de acabar con el cuadro cuando canta en la intimidad para los amigos… y de sentirse como pez fuera del agua cuando le suben a un escenario. Pero compareció en el de Caracol y, por la seguridad y resolución con que tiró de las amígdalas, parecía que llevaba treinta festivales en lo que de noventa y cuatro va. Acompañado por la sabrosa guitarra de su hijo y las palmas de Pelao Chico, regaló detalles verdaderamente únicos y singulares por fandangos y bulerías, cantando con un sentido flamenco de inusual factura, y puso la fragua del sábado flamenco al rojo vivo con su eco de corcel indomable, investido de la energía de un relámpago negro. Este cantaor va a ser, si graba un disco en condiciones, de los que -al margen de la mayor o menor proyección artística que alcance- queden como referencia ejemplar de lo que es cantar puro y gitano de verdad. También por taranto, tangos y soleá anduvo en la citada y difícil línea de punzar con espuelas de oro los costados del caballo grande del cante.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: El Son de Jerez. III Festival Flamenco de Madrid.

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 21 julio, 2009

Rostros conocidos del mundo hondo (La Tati, Carmen Linares, Carmen Cortés, Luisillo, Juan Maya Marote, Toni Fernández, Elena Acaso, Juan Correa…), ya sujetos por el nudo de la corbata, ya enmarcados por sobrecuello de visón, deambulaban por el vestíbulo del castizo teatro de la Plaza de Benavente… Si, aun en arte tan netamente tradicional como el flamenco, aspira cada artista a tener su propia personalidad, también cada región y cada enclave hondo tienen su son, su acento, su aire característico. El de Jerez de la Frontera (solar de grandes como Terremoto, El Borrico, La Paquera, Manuel Morao… o Rafael de Paula, grandes a menudo incomprendidos) goza, especialmente por bulerías, de especial predicamento y prestigio, por lo que el público, anhelante de tomar la temperatura al agua de una de las fuentes más importantes del cante, abarrotó el Calderón en la primera velada del Festival Flamenco de Madrid.

A la guitarra estuvieron Manuel Parrilla y Moraíto, este último, además, director artístico del espectáculo. Al primero le faltó decisión a la hora de acompañar el cante de El Capullo, para después recobrar la soltura y el peso a la izquierda del de la Morena. En cuanto a Moraíto, volvió a escuchar olés a tiempo a lo largo de toda su actuación, reafirmándose como uno de los tocaores para el cante más apreciados por la afición de Madrid.

Es una pena que por siguiriyas y fandangos no luciera el citado Fernando el de la Morena un poquito más de variedad, porque cuanto con su cálido eco hizo nos gustó mucho, tuvo gran nobleza y enjundia cantaora. Como asimismo nos gustó el cante maxilar y duro -cada quejido, una esquirla arrancada al yunque- de Rubichi, que hubo que apechar con abrir cartel y salió de la prueba con vitola de artista a tener en consideración. ¿Y El Torta? El Torta no es sólo uno de los más largos de los cantaores de Jerez, sino que el cromatismo y la versatilidad de su garganta, así como la frecuencia con que el Duende le favorece, nos dicen de un cantaor que debería estar situado en los primeros puestos de su escalafón. ¿Por qué no se le contrata más a menudo para Madrid?

No nos olvidamos de La Macanita ni de El Capullo de Jerez. Éste pronto se abrirá paso, pues, aunque cantaor corto, es extraordinariamente comunicativo, tiene una expresividad peculiar y un carisma indudable ante los que ningún público puede permanecer indiferente. Ella, a tenor de lo que la escuchamos por soleá, tientos, tangos y bulerías, se ha convertido en uno de los valores femeninos más sólidos surgidos de la más reciente cantera andaluza.

Cantaores todos valientes y sinceros, sin afectación ni amaneramiento alguno, debieran servir de revulsivo a la actitud acomodaticia de muchos colegas suyos que, sumidos en la dinámica de la gran ciudad, corren el riesgo de que su alma robada por el asfalto y los halagos de los medios de comunicación jamás retorne a sus pechos… Y, si el baile de Luisa de Torrán quedó en pincelada, Bo, Chicharrito, Gregorio y Rafael reemplazaron, por su parte, al desde hace tiempo omnipresente cajón, devolviéndonos la percusión verdaderamente flamenca: las palmas.

El único pero del espectáculo quizá fuese la poca variedad de palos que se escuchó, el permanente recurso a la bulería, con lo que supone de frustración para los que estamos en el patio de butacas, sin una mala copita de whisky que llevarnos a los labios mientras vemos a siete tíos pegarse una juerga delante nuestra. También la dirección del teatro debiera, pensamos, prever un intermedio en el que dé tiempo a cambiar el agua al canario y templarse las carnes con un cafelito.

La segunda parte corrió a cargo de Joaquín Grilo (que se metió al público en el bolsillo con su baile recargado y efectista, netamente jerezano) y su grupo, del que se destacó por tangos Indio Gitano, posiblemente uno de los ecos gitanos mejor troquelados del siglo.

Artículo publicado en el diario ABC el 9-II-1994.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: Bailaores frente a frente.

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 20 julio, 2009

Caracol celebraba con un magno festival su despedida hasta septiembre de la afición, y congregó a lo mejorcito de público y artistas para una noche memorable. Memorable porque, inmortales como los jinetes iránidas que –herederos de los catafractos asirios- aterrorizaron a las legiones romanas de los dos imperios, el de Occidente y el de Oriente, fueron esas cuatro patadas por bulerías con que puso en pie El Güito el prestigio de la pureza y la verdad del baile flamenco, constantemente –con más o menos razón- en entredicho.

Había antes cantado Ramón El Portugués por siguiriyas con eco sedoso y sentenciero, y había Jerónimo Maya ofrecido un toque por bulerías en el que derrochó poder, ambición y belleza por la boca de la guitarra. Y había debutado en Madrid José de los Reyes El Ring, bailaor jerezano y farruquero, gordo y artista, rabioso y súbitamente delicado, que tocó el timbre de la afición capitalina y consiguió dar que hablar –para bien- en una velada en que se bailó por todo lo alto. Y había cantado Guadiana con verdadero sentimiento por tangos. Y Silverio Heredia –también Luis Habichuela a la guitarra- por soleá, haciendo cosas antiguas con sabor y gusto. Y Duquende desplegado –el trío Ketama protegiéndole los flancos- una antología del fandango aguardentoso. Y La China bailado con entrega. Y Rayito iluminado su guitarra con picados virtuosos. Y Toni Maya y Cancanilla ofrendado sus ecos (como Vicente Sánchez, Pepe Maya y Juan Serrano sus guitarras) al rito del baile, que se lanzó Isidro El Mono generosamente a oficiar como monaguillo de solera en medio de tanto sacerdote…

Pero salió El Güito y, en la efervescencia de un consistorio que vibraba aún con los ecos de soberana personalidad que habían salido de la garganta doliente y genial de Ramón El Portugués, y con la asimismo mentada esplendidez de las cimas escaladas por Jerónimo, empezó a marcar el compás por bulerías y bordó cuatro patadas históricas desafiando las leyes de la gravedad y del equilibrio, girando sobre sí mismo y contra sí mismo, centrífugo en los remates de brazos que concentraban en el plexo solar la energía desplegada en la encolerizada y gitanísima apertura de sus alas.

Y eso que se lo había puesto relativamente difícil a El Güito otro bailaor: Joselillo Romero, que pertenece por parte materna a una conocida familia de anticuarios del Rastro y por la paterna desciende de insignes artistas de la literatura y la pintura… Nuevo delfín bailaor de Cascorro con tan sólo nueve años, danzó Joselillo Romero con un empaque, una profundidad, un sentido de la improvisación, un compás y una línea en la figura… naturalísimos, propios de quien es tocado en la cabeza desde la cuna por la varita del Duende. Sería una verdadera pena que este niño no granase en la gran figura que parece estar escrito que encarne. Porque esta noche, amistosamente y como por predestinación, se midieron sobre las tablas de Caracol dos grandes bailaores (veterano y legendario uno, niño y bisoño el otro) en cuyas venas late lo poco o mucho que nos resta de esa milenaria tradición del movimiento y del gesto que una gente honrada, errante y altiva se llevó de Benares hace siglos ante un crepúsculo de templos incendiados.

Artículo publicado en el diario ABC el 16-VII-1993.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: Chocolate, recuperado.

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 19 julio, 2009

El cante gitano de El Chocolate (Perfil, 1992) es, en realidad, una grabación de Belter del año 1973, hace tiempo descatalogada y hoy rescatada del olvido para las nuevas generaciones gracias a su comercialización en compact-disc.

“Por ahí al laíto de Paterna/ hay un sitio señalao/ que lo saltó Curro Puya/ najando de los soldaos”… Letras como las de este soberbio martinete pertenecen a la más genuina mitología gitana dieciochesca, y pellizcan siendo leídas tanto como cantadas. Tienen, de por sí, duende… Y más, en labios de Antonio Núñez Chocolate, un cantaor a quien podemos escuchar aquí en absoluta plenitud de facultades, y que es uno de los más importantes transmisores del patrimonio tradicional del arte flamenco.

Fiel continuador de la línea de los “sonidos negros” de Manuel Torre, enemigo declarado del melisma y el falsete, es Chocolate uno de los pocos cantaores a la antigua que nos quedan, para los que va indisolublemente la bohemia unida al cante: un cante -el flamenco- cuyo dramatismo y dolencia, si aspiran a ser verdaderos y puros, no pueden fingirse, sino que han de ser vividos. El cantaor ha de consumirse de verdad, sin trampa ni cartón, en el cante, que es su verdadera sangre y flujo vital. Si el actor se mete en la piel -que luego se quita- de un personaje, el cantaor de verdad no remeda dolerse, sino que se retuerce de dolor. En el flamenco, el personaje no se representa. Se es ese personaje, o no se vale un duro.

Auténticos hasta el espeluzno su desgarro y sentimiento en los cantes machos, dramáticos y oscuros como la soleá y la siguiriya, es también -y aquí deja constancia de ello- un enorme tarantero, aunque acaso flaquee por bulerías, palo al que nunca ha sido muy afecto y en el que se inclina hacia su lado más superficial y chuflero. Por su lado, en definitiva, menos flamenco, algo paradójico en cantaor tan celoso de su pureza. Sí echamos en falta en este disco algún corte por fandangos, uno de los palos a los que ha impreso un sello más personal.

No se nos informa de la identidad del guitarrista que le acompaña. Gracias a que este detalle no cayó en el olvido en la edición en single de 1973, podemos asegurar que la guitarra que suena en las siguiriyas Llámame al que sabe y en la soleá Tu reja ya no es de hierro es la del sevillano José Cala El Poeta.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: Ramírez cabalga de nuevo.

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 18 julio, 2009

Si Juan Ramírez perteneciese a alguna tribu, el animal totémico de ésta sería, qué duda cabe, el caballo (caballo negro azabache de Chavela Vargas, Lola Beltrán y demás). Ramírez recuerda a este noble animal –silla, cama y mesa de los nómadas- en las crines que por la espalda se le agolpan y en el brío enervado que al compás sus pies imprimen. Es un bailaor que baila puro, sin concesiones ni retorcimientos y al que, si bien se le ponen objeciones porque reduce el juego de los brazos a su mínima –o a su justa, según se mire- expresión, nadie puede discutir –ni lo hace- su soberanía con los botines. El entablerado suena como si fuera un piano de cola y Ramírez un concertista de exquisiteces. Contra los que piensan –cada vez menos- que su baile es en exceso monótono, siento yo, por el contrario, que nada hay de cierto en esta impresión, puesto que el epicentro de su danzar es el compás, y con este juega y propone, hace y deshace con una categoría y un sentido encomiables. Quiero decir que las cosas que hace Juan Ramírez con los pies difícilmente podemos vérselas a otros bailaores.

No es el suyo un baile únicamente para ver, sino que también es un baile para escuchar… como lo era –salvando las distancias- aquel otro de nervio, velocidad y emoción inigualables de Carmen Amaya. Además, tiene Ramírez –cada uno de cuyos taconazos hace estremecerse a la tierra, algo muy distinto a dejarla sorda- el buen juicio de no confundir el escenario con una clínica donde dar rienda suelta a sus obsesiones personales, y baila macho, libre de equívocos y ambigüedades…

Sus dos galas en Caracol congregaron a numerosos aficionados y artistas: Ramón El Portugués, Jerezano (de Los Chunguitos), La Negra de Badajoz, Eugenio de Badajoz, Antonio Carbonell, Jordana y Salomé Pavón, Maleni Loreto, Antón Giménez… que en ambas ocasiones se dejaron las manos aplaudiendo para ver si tenía el bailaor el gesto de brindarles una patadita por bulerías en el fin de fiesta. Pero Ramírez no hace nunca fin de fiesta. Vaya usted a saber por qué, pero no lo hace.

El Bola y El Paquete rasguearon espléndidamente, como casi siempre cuando tocan el uno junto al otro. Son dos guitarristas que se entienden a la perfección, lo que no quita para que en solitario den también una medida más que notable, como demostró el primero en su solo por bulerías. Guadiana, al que hacía tiempo no escuchábamos, cantó por tientos magníficamente, con la seriedad que le distingue, así como Toni Maya –rey de Tele 5- por bulerías.

Artículo publicado en el diario ABC el 19-I-1993

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: Paseando por la Galaxia

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 17 julio, 2009

Joaquín Albaicín *

Isidro El Mono, bailaor de decimonónica estampa y perfil de hidalgo a quien la ropa de bailar se le pega a la enjutez de espadín del cuerpo como una segunda piel; Isidro El Mono, que esparce siempre aroma de añejas candilejas con el sahumerio de sus brazos, danzó en Caracol con la pitagoriana despaciosidad de quien se preocupara, antes que nada, de no equivocar en su paseo por la galaxia la ruta y señalar sobre el entablerado el exacto trazo de una constelación con el cuidado de no pisar demasiado fuerte, no fuera a desprenderse una estrella de su sitial en el cosmos.

El baile de Isidro El Mono, apuntes y pinceladas que a veces valen por todas esas exhibiciones de facultades físicas hoy tan en boga, tiene ese asolerado cansancio que tenía la muleta de Antoñete. Elegancia, justeza, sobriedad y la naturalidad de lo antiguo son los vectores de ese bailar casi sin bailar suyo. Y en Caracol, adonde acuden los artistas, más que a aplaudir, a criticar a sus colegas y es más difícil arrancar un olé que acertar la primitiva, Isidro El Mono, en un lentísimo plante en que apenas consistió su desafío en un casi imperceptible giro de mentón, arrancó el unánime olé de los flamencos.

Del cuadro que presentó, la bailaora Ángela Españadero transmitió más por alegrías que por soleá. La sevillana Vicky Duende, que bailó por soleá y, después, por soleá, lo hizo mejor por soleá que por soleá. Correctos el cante de Galanes y el toque de Paco Cruz y Luis Fernández en esta noche en que acudieron a Caracol a aplaudir a Isidro El Mono gente del mundillo como los hermanos Juan, Pepe y Luis Habichuela o Toni Fernández, el Yves Saint-Laurant de los gitanos.

Artículo publicado en el diario ABC el 16-XI-1992.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. ¿No lo sabían? Estamos en los años 30

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 11 julio, 2009

(Así lo corroboran los más recientes paseíllos de Javier Conde, Manuel Amador, José Manuel Sandín, Cayetano…)

Joaquín Albaicín *

-Cuidado con los años 30 -me advertía la otra mañana Javier Esteban al salir de la redacción de Generación XXI.

La conversación previa a sus palabras de despedida nada tenía que ver con lo taurino, pero el caso es que no tardaría mucho, tras escucharlas, en encontrarme felizmente sumergido hasta el cuello… en esos años 30 en cuyas esquinas me recomendaba andarme con tanta prudencia.

Y es que han vuelto. Los años 30, digo. La Edad de Plata. Al menos, en el sentido de que de nuevo anda por los ruedos, predicando sus buenaventuras, un puñado de artistas con el genio a flor de piel. A pocos coletas, nos lamentábamos ayer, les sale un paseíllo mínimamente atendible desde el orden de lo ritual. Mas, por fortuna, no muchas hojas cayeron del calendario desde que puse por escrito mi congoja por esa realidad hasta que fui testigo, en la primera novillada nocturna de Canal Plus, de los solemnísimos andares brindados a Madrid en su debut por José Manuel Sandín, y de la torería por él derrochada muleta en mano ante un lote imposible. ¡Puros años 30, este torero que, aun inédito, tanto nos dijo! A no mucho tardar, con un terno negro y azabache evocatorio de los de Silverio Pérez y Rafael Albaicín, llegó Manuel Amador a Las Ventas para plantar cara a un toro de sangre Domecq y cuajar con él una de las faenas más bellas y toreras que me ha sido dado contemplar. ¿Cómo no vibrar con la hondísima intención de su media verónica a pies juntos y el ceño con que su muleta barrió los lomos del burel? Todo cuanto hizo con las telas tuvo un sabor lidiador… etiqueta negra. Ni una sola estrella de su constelación interior latió fuera de compás. ¡Qué fácil! Y… ¡qué difícil!

Y ahora, en Valdepeñas, nos hemos encontrado con una faena de Javier Conde de las que dejan sutura para siempre. El vestido de luces, similar al de Amador: blanco y azabache. Cuesta Carmona, todavía novillero sin caballos, denotó la inteligencia de tomar nota del valor talismánico que esta temporada parece catalizar la combinación, y pronto, nos dice, pondrá manos a la obra a Justo Algaba… Mas estábamos con Javier Conde y ese toro de Jandilla que, como un ángel de sangre azul, dio en Valdepeñas su vida por amor al arte y que parecía haber sido elegido para morir de tan apasionado modo ya cuando su alma pura descendía por la Vía Láctea. Nunca se nos podrá olvidar ese trincherazo zurdo con que cerró el torero la primera tanda. Ni esos cuatro naturalísimos derechazos de mano baja ligados, templados y soñados junto a las tablas, en un palmo de arena. Ni esa chicuelina galleando. Ni esa caricia sin nombre con que, a media altura, dio al toro la salida de un túnel cuyos primeros pilotes prometían arquivoltas de circular por alto…

¡Años 30! Retornaron también, en la misma tarde y en el mismo ruedo, en esos muletazos por alto labrados sobre las puntas de las zapatillas por Cayetano, reverberaciones casi palpables de la Edad de Plata: resoles de Cagancho, Manolo Bienvenida, Márquez y Niño de la Palma… El pase de la firma, suave como un suspiro, con que, de celeste y oro, echó Cayetano el cerrojazo a la corrida rubricó la vigentísima actualidad de esta segunda época treintista de que hablamos.

Lo primero que hice en Madrid al irrumpir en el patio de arrastre fue pedir a Alfredo Arévalo fotografías de la faena de Manuel Amador. Y lo primero que hice al regresar de Valdepeñas fue ordenar enmarcar el cartel de la corrida.

Porque… hay que tener siempre presentes las cosas antiguas. Escuchamos mucho, últimamente, que es una pena que el mundo taurino camine con varias décadas de “retraso” respecto al resto de la sociedad. A nosotros, tal “retraso” nos supone, por el contrario, un gran respiro, pese a saber que la mayoría de los aficionados entendidos sueñan con los años 60 y 70, años ya de fascinación creciente por la prisa y los agobios, en tanto la década en que nosotros nos encontramos en verdad a gusto -y de la que no tenemos ningún interés en que nadie nos saque- es la comprendida entre 1925 y 1935. Sólo hay un aspecto en el que esos gloriosos tiempos no han vuelto (aparte -claro es- de la circunstancia de que apenas nadie se haya dado cuenta todavía de eso, de que estamos de nuevo en ellos). José Luis Suárez-Guanes ponía el otro día el dedo en la llaga en su crónica de la gran faena de Manuel Amador: antes que de crisis de toreros y ganaderos, hay que hablar de crisis de público y de aficionados.

Me explico. En 1927, el público que abarrotaba los tendidos en Toledo se echó como un solo hombre al ruedo para sacar a hombros de la plaza a Cagancho y pasearlo de esa guisa -como una talla del Montañés, escribió Corrochano- por toda la ciudad. Dos años después, en la misma plaza, igual… Y muchos hemos visto las fotos de los madrileños y sevillanos invadiendo el ruedo de la Monumental o de la Maestranza para sacar a hombros a Joselito El Gallo, Victoriano de la Serna y Curro Puya, entre otros.

Si soy sincero, dudo mucho que los toledanos de 1927 superaran en refinamiento, exquisitez, erudición artística y número de certificados de Graduado Escolar a los señores en la actualidad avecindados en Valdepeñas. De ahí que me sienta tentado de escribir que el hecho de que estos últimos no se precipitaran sobre el ruedo para sacar a hombros a Javier Conde el pasado día 31 de julio no sólo me devolvió de un modo abrupto y casi canallesco a 2005… Esa omisión, por no hablar de otras cosas, fue como para cerrar a cal y canto el pueblo y sembrarlo de sal, como Cartago.

Con todo, pese a asistir tantas y tantas veces a manifestaciones de emasculación espiritual y miserando talante como la citada, hay quienes postulan que el Planeta de los Toros siga “avanzando”, luchando por colocarse a la “altura” del resto de la sociedad. ¿Debemos suponer que el hecho de que jamás, en lo que llevo de vida, haya presenciado una multitud invadiendo un ruedo para santificar la hazaña de un torero… es un avance desde el punto de vista taurino? En Las Ventas, cuando al cerrar Manuel Amador una de sus tandas me levanté para rendirle tributo de agradecimiento, pude apreciar que había… otra persona de pie. Y perdónenme, pero allí no había sólo japoneses. A mi derecha, profería olés un muy buen aficionado, dispensado por su cojera de realizar esfuerzos físicos extra. Sitibunda a mi izquierda, contribuía asimismo con sus exclamaciones jubilosas una gran aficionada para quien, con levantarme yo, es como si nos levantáramos ambos. Fueron las dos únicas personas con excusa que detecté entre mis circunvecinos. En Valdepeñas, donde ni un solo japonés pasó por taquilla, creo que fuimos un máximo de doce personas las que, durante el transcurso de la faena de Conde, nos levantamos en algún momento del asiento para jalear o aplaudir su trasteo transmundano. Supongo que habremos avanzado aún más el día en que escuchar un olé e, incluso, un atisbo de aplauso en una plaza de toros, sea una rareza… Y que habremos alcanzado el Paraíso el día en que salir a hombros por la puerta grande de una plaza sea un acontecimiento tan educado y civilizado como el vivido por quienes la cruzan en una visita guiada.

Cierto: la mayoría de los toreros, en su tarde cumbrera, no pone en pie ni a la familia. Lo de levantar a la gente de la almohadilla está pasadísimo de moda. Manuel Amador y Javier Conde pueden, pues, darse con un canto en los dientes. Pero me parece que nos entendemos. Yo me quedo con aquellos analfabetos que no sabían contar pero con un solo golpe de vista sabían si en su rebaño había trescientas cincuenta y dos o trescientas cincuenta y tres cabras, que velaban por la honra de sus hijas, respetaban como sagrada la palabra dada y, con toda su santa “ignorancia”, se ponían de pie ebrios de fe, rindiendo homenaje al rocío milagroso destilado en un quite a la verónica. Entre el público de toros de ahora, quizá tome asiento un alto porcentaje de individuos capaz de resolver crucigramas con cierto aseo, pues aquí todo el mundo va ya al colegio por decreto ley (otro “logro”), pero me parece evidente que la mayor parte de quienes acuden a la plaza ha perdido el sentido de las cosas. Algún día habrá que hablar en serio sobre las consecuencias de alimentarse con comida basura en vez de con leche de cabra recién ordeñada. Los aficionados nutridos con leche de cabra recién ordeñada jamás habrían permitido, por ejemplo, que César Rincón traspasara por quinta vez la puerta grande de Las Ventas sin ser antes víctima jubilosa, en el ruedo, del clamoroso abrazo de las masas.

No encuentro mejor ejemplo para expresar lo que en este momento siento que lo sucedido en una de las jornadas decisivas en la carrera de Rafael de Paula, probablemente una de las tardes verdaderamente importantes en la historia del toreo y que yo, obviamente, no presencié: aquella del 28 de junio de 1964 en que se encerró en la plaza de Jerez con seis toros de Salvador Guardiola. Siete orejas cortó a sus enemigos. Los aficionados lo llevaron a hombros hasta la Basílica de la Virgen de la Merced, a dos kilómetros de distancia, donde se entonó una Salve, y lo pasearon luego a hombros por el Barrio de Santiago. La muerte del tercero, al que desorejó por partida doble, se la brindó a un grupo de invidentes, nítido indicativo de que el toreo bueno, desde el momento en que se forja con el corazón, sólo puede ser visto y apreciado en toda su magnitud… con el corazón.

Eso es lo que falta: visión interior. Ahora, hay muy buenas gafas… Pero muy poco corazón.

Claro que, si a un grupo de aficionados se les ocurre un día echarse al ruedo a sacar a hombros a un gran torero… lo mismo les detienen por alteración del orden público. Y hasta es el presidente -¡o el apoderado!- quien avisa a los guardias. Es lo que tiene, eso de ponerse al día.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. ¿Cuándo vuelve Antonio Urrutia? ¿Cuándo se acabará la ausencia de toreros mexicanos de las plazas españolas?

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 10 julio, 2009

Joaquín Albaicín *
Hay gente con carrete para rato y que aún, meses después de autos, sigue dando la tabarra con lo que pintaba o no pintaba Zotoluco en San Isidro con Ponce y El Juli. Parecen olvidar los parlantes en cuestión que Zotoluco es en México una gran figura del toreo. E ignorar –o no querer mencionar- que muchos otros toreros que ni por asomo pueden presumir de ostentar ese rango entran en San Isidro –y en todas las ferias- por recomendaciones, sugerencias y presiones de otros toreros y que, de no ser por ello, un alto porcentaje de coletas no se vestiría de luces ni una vez en toda la temporada, mucho menos en ciclos de categoría.

Nadie considera injusto, en cambio, que Antonio Urrutia, matador con más de veinte años de alternativa, con aquilatado cartel en América y que en la México ha indultado un toro, venga por tercera vez a Las Ventas a matar… la de Monteviejo. Me pregunto por qué todas esas voces no entraron en disputa para reclamar su puesto en esa corrida. Y también cuántos de ellos habrían pegado al segundo de la tarde esos muletazos doblándose con él, bandeando la pañosa con largueza y mimo para ver de dar de sí su embestida, en la mejor tradición del toreo azteca, que le propinó Urrutia. O ese derechazo lánguido y rítmico que se tuvo que tragar el cuarto, fugaz pero profundo suspiro que nos recordó nuestra charlas con Urrutia sobre las largas conversaciones sostenidas por uno de sus maestros, el matador Amado Ramírez, con un Cagancho otoñal que le transmitió uno de sus secretos íntimos: el de la colocación de los pies.

A mí me gustaría ver a muchos más toreros mexicanos en Madrid y en otras plazas, disfrutar de al menos las mismas oportunidades con que cuentan los mexicanos de ver a los españoles. Me gustaría volver a ver a Luévano con otro ganado. Me gustaría ver a ese brujo del toreo de capa que dicen que es Jerónimo. Y a Ignacio Garibay, que estaba en el tendido la tarde en que Urrutia se midió con los patasblancas… Y a Antonio Bricio, que vino de novillero. Como me gustaría ver a ese gran artista que dicen que es el ecuatoriano Cruz Ordóñez, que acaba de indultar un toro en Chinacota. Y volver a ver, claro, pero con toros de una ganadería que embista, a Antonio Urrutia, que dejó en nuestras retinas ese redondo de lujo y se volcó con coraje sobre la cuna de las dos rocas que le correspondió lidiar.

¿Dos carteles para Madrid… y para cualquier plaza por los que apostaría? Ahí va uno: toros de Alcurrucén para Javier Conde, Manuel Amador y Jerónimo, el gran artista de México. Y otro: astados de El Pilar para Antonio Urrutia, Julio Aparicio y Curro Díaz. Y una novillada buenecita, de Espartaco o El Torreón mismamente, para David Mora, José Manuel Sandín y Tomás Escudero o Rubén Sanz, único novillero en activo en la provincia de Soria. Sí, ya sé que parecen carteles de ciencia-ficción. Pero son los que me gustan.

Madrid, Septiembre de 2005

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Moyano somos y en Moyano nos convertiremos (Entretanto, cenamos en Mayte)

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 7 julio, 2009

JOAQUÍN ALBAICÍN

De pocos hábitos disfrutamos tanto como del de revolver fotos polvorientas en las cajas de cartón apiladas en las tiendas de coleccionismo, antaño llamadas de ropavejero. La víspera del banquete había hundido los dedos en una en la que las instantáneas de los héroes del ruedo vestidos de luces se alternaban con otras en que corbatas y chaquetas reemplazaban bajo sus sonrisas o sus ceños de preocupación a alamares, repujados y corbatines… Eran fotos, digámoslo así, de la vida civil de los héroes, en las que junto a ellos, chocando esos cinco, brindando con buen vino o departiendo relajadamente, sonríen o miran las musarañas del techo empresarios, escritores, artistas plásticos, niños que hoy son casi ancianos, admiradoras, mayorales, condesas, mozos de espadas, ese boxeador, tal actriz…

Los aficionados, lo mismo que quienes no lo son, cada vez que degustamos un plato de jamón o bebemos un whisky en el sitio adecuado, estamos haciendo sin saberlo historia gráfica de la Fiesta. Igual que, por curiosidad o nostalgia, compramos una foto de Domingo Ortega, Armillita o Antonio Bienvenida dándose un festín con un veterinario o recibiendo un trofeo de manos de un filósofo o una soprano de su época, comprarán los aficionados de mañana las nuestras con Julio Aparicio, Morante o Curro Díaz. Cada minuto que pasa se incrementa, no lo olvidemos, el valor que en el futuro alcanzará en Moyano nuestra imagen congelada. Es el destino de todo aficionado de pro: la gloria en sepia. Cuando nadie de cuantos un día nos tutearon siga en esta tierra, siempre quedará abierta, batida por el viento o castigada por el sol, alguna almoneda donde brille un silente fulgor del cometa de nuestro aura.

Al pie de esas fotos -¡hará tantos años positivadas!- lucirán las firmas de Constante, Botán, David Cordero, Alfredo Arévalo, Vega… Como ayer las de Alfonso, Serrano, Rodero, Marí, Santos Yubero, Lara, Chapresto, Rubio o Baldomero Hijo en las de nuestros predecesores en la devoción taurólatra. De ahí que, consciente de que Moyano soy y en Moyano me convertiré, pida siempre a Domingo Estringana –de Filmoteca Gan- y Muriel Feyner que me guarden copia de cada instantánea que me tiren en un evento de la familia taurina. El mero hecho de tenerla es ayudar al tiempo a tejer su melodía reveladora con el arco de nuestros perfiles.

Llevar tiempo en esto, claro, ayuda. Hay aficionados que son ya verdaderos clásicos de la cena de entrega de premios en Mayte Commodore, efigies que nunca faltan a la convocatoria anual en el hospitalario comedor de Luis Aguado. Algunos, de hecho, aparecen ya –con más pelo y sin gafas- en las fotos de los entreactos y bastidores del toreo de ayer. Con quien –ni aquí ni en ningún otro lado- coincidía desde hacía bastante era con Ricardo Cué, que lanzara a baluartes de la danza como Joaquín Cortés y Ángel Corella. Hoy compartimos mantel en este festín de los amigos de los premios Mayte. Anda Ricardo preparando coreografías para el Bolshoi y los Champs Elysées, además de algo fuerte con Maya Plisetskaya. Nunca, nos cuenta, ha olvidado la mirada de Carmen Amaya, aquel destello felino, aquella brasa, la noche en que, siendo niño, sus padres le llevaron a verla en el Capri de La Habana.

Pero la mayoría de los rostros presentes en la velada los hemos visto ayer, como aquel que dice, en el patio del desolladero de Las Ventas. Bueno, los de mi madre, mi mujer y mi hermana, impresionados ya en ni se sabe cuántos carretes de historia gráfica del toreo, los vemos a todas horas. Rostros de desolladero propiamente dicho, estaban Amorós, Santiago de Santiago y Javier de Montini. El siempre jovial Tico Medina. Raúl del Pozo sin rictus de póker. El doctor Fernando Claramunt, que acaba de sacar libro sobre Manolete y su tiempo. José Ortega Cano, que se desenvuelve ante el micrófono con la misma facilidad que con la pluma en las páginas de ABC. Rafael Campos de España, que, más que un clásico, es el Suetonio de la noche. Marilí Coll y María Rosa, presencias fijas en todo cóctel a que asistimos desde los días del inolvidable Pepe Montero Ríos y su corte de los milagros. Gabriel de la Casa y su hijo escultor, del mismo nombre. Maleni Loreto y Kika Aparicio (sin Julio, otro busto fijo en las cenas en Mayte y que ayer en Toledo la formó con el capote). Marujita Díaz, a quien he de buscar y dar las fotos con mi abuelo y Ali Khan en Cannes. Rafael Perea Boni, nieto de uno de los toreros a quienes más me habría gustado ver: sí señor, el de la estatua en México, el eterno novillero, el que organizó una de órdago con Rafael Ortega Gallito la tarde –agosto de 1940- en que uno debutaba en Madrid como novillero y el otro se despedía. Juan José Alonso Millán, empeñado en que me pase por Autores a cobrar y en quien mi escasa premura en abordar la susodicha gestión empieza a despertar la sospecha de si, a la chita callando, seré millonario. Álvaro Luis, una hora menos en Canarias. Luguillano, triunfador en Vista Alegre en el arranque de la temporada. Jaime Ostos, as de espadas. La Condesa de Romanones, siempre prestigiando las barreras. El periodista José Luis Jiménez, comensal también de nuestra mesa. Vidal Pérez-Herrero, que saluda desde los medios cada año con su agenda taurina. Santiago Martín El Viti, majestad inmarchitable. Gregorio Sánchez, otro especialista en puertas grandes venteñas… Un éxito, en fin, de organización de Karen Zúñiga, de los Zúñiga de Colombia, toreros valientes donde los haya habido. Y Santiago, como siempre, a cargo del protocolo.

Pasan, claro, por el estrado de los premiados Sebastián Castella, Aranda, Encabo, un Victoriano del Río que también este año ha lidiado en Madrid una corrida lucidísima… Y se anuncian los nombres galardonados por el jurado en el ciclo de 2007, que recibirán el aplauso en la próxima cena: el ya difunto Rabosillo, de la ganadería de Palha; El Juli; Morante y su magno toreo de capa en la de Beneficencia; Fernando Téllez con los palos; Fundi con la tizona… Me alegra mucho saber que el trofeo del año que viene al mejor puyazo se lo lleva Israel de Pedro. Me alegro por lo bien que picó al toro de Victoriano del Río en la tarde cumbre de la feria. Me alegro porque es amigo mío. Me alegro también porque su padre, Doroteo, apoderó a mi primo Ramón. Y porque su abuela Concha medio crió a mi madre. Porque me depara, en fin, gran regocijo que pasen los años y las generaciones y las mismas familias sigamos encontrándonos en el camino y arrimando el hombro en la común, agradecida y noble tarea de legar un buen patrimonio de imágenes de la Fiesta de hoy a los transeúntes que, dentro de cincuenta años, se rascarán el bolsillo en un puestecillo de la Cuesta de Moyano para llevarnos al salón de su casa y, quizá, hasta ponernos en un marco.

Repitámoslo, para que no se nos olvide: Moyano somos y en Moyano nos convertiremos. Entretanto… ¡vamos con ese solomillo!

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Los «adolfos» y las enchiladas del mañana.

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 6 julio, 2009

Joaquín Albaicín *

Toros con perversas intenciones, implacables en el derrote y, lo peor de todo, sin son alguno. Lo de su mala leche se combate esquivando el hachazo. Apechar con lo segundo –su falta de son- puede resultar más complicado, porque propicia que el muletazo bueno que se logre pegarle no cale en los tendidos, cornada que, a su manera, puede ser tan dolorosa o más que la del marfil. Me gustan Rafaelillo y Fundi porque, pese a oler de lejos a quirófano, son mucho más que romos suscitadores de angustias: el muletazo que logran enjaretar a las alimañas, se lo enjaretan bueno. Y esa es, creo, la razón de ser de la lidia: torear bien.

El domingo, el segundo de Adolfo Martín, de preciosa lámina, casi parte en dos por tres veces a Rafaelillo. Y también el quinto, cuando se le arrancó en los medios sabiendo dónde tiraba el gañafón… Toros como estos y toreros con este arrojo reviven en cierto modo aquel ambiente que trajo Belmonte el día de sus cinco verónicas sin enmendarse. Los aficionados, cuentan, se llevaron las manos a la cabeza sumidos en el paroxismo… El problema es que hablamos de 1913. Para finales de la década de los veinte, el ajuste, ligazón, cadencia y languidez logrado con veraguas, coquillas y villamartas por Curro Puya, Cagancho, Márquez o Félix Rodríguez habían dejado ya lo de las cinco sin enmendarse de Juan Terremoto en pura arqueología. Tras el lancear en años subsiguientes de Manolo Escudero, Rafael Albaicín, Rafael Perea Boni, Mario Cabré, Gallito, El Soldado o Silverio, continuando con el toreo a la verónica que hemos visto a Rafael de Paula, Curro Romero, Curro Vázquez o Julio Robles, o el que mismamente vemos hoy a Manuel Amador, Serafín Marín, David Mora, Uceda Leal, Morante, Ambel Posada, Sebastián Castella… nadie considera hoy una gesta cinco verónicas sin enmienda. Pegar hoy las cinco sin enmendarse de Belmonte en el marco “climático” determinado por los adolfos del domingo huele, más bien, a naftalina. No digo con ello que estos toros no debieran lidiarse en plazas de primera, ni nada así. Me parece perfecto que los anuncien. Sólo comento –sin saber si la apreciación será, en sí, buena o mala- que a mí la corrida me olió a eso, a naftalina. Y naftalina y solera no son una y la misma cosa, ni muchísimo menos.

Echar a la arena reses de tal jaez es retrasar las manillas y volver a la fiesta de Frascuelo y Cara-Ancha, a ejemplares criados para ser toreados por Bombita a metro y medio y con el pico del engaño. Ya los enduendados suspiros de Rodolfo Gaona, que profetizaban los lances de Ordóñez con mayor rotundidad de lo que suponemos, se antojaban “exóticos”, por no decir que un tanto marcianos, al aficionado que los saboreaba entonces cual esquimal que degustara una enchilada. Pero ahora, cuando todos tenemos el paladar hecho a los gustos de los cuatro puntos cardinales y presumimos que ningún sabor puede sorprendernos, resulta que aún quedan especias taurinas inéditas.

Cuando -como fue el caso de la terna actuante el domingo- se pretende hacer a los toros de 1890 un toreo acorde con las exigencias de 2007, invariablemente se extiende por el ruedo una neblina invisible que lo mismo puede anunciar la tragedia que un estallido auroral de primicias artísticas que ignoramos aún adónde nos conducirá (¿a redescubrir a Luis Miguel o, quizá, a Domingo Ortega?). Sentimos el domingo, repito, algo parecido al asombro -y el interés- del baturro de 1912 que veía por primera vez a Gaona o -por decirlo mejor- que, habituado al torrezno, saboreaba por primera vez una enchilada… Porque no nos equivoquemos: hoy, a los toros de los tiempos de Sol y Sombra no se les puede hacer faena con la lidia que creemos que entonces se les administraba (y digo creemos porque tengo la sincera convicción de que a los aficionados actuales, por muchas razones, nos es prácticamente imposible situarnos en las coordenadas mentales de los que aplaudieron a Guerrita, no digamos a Pedro Romero). Los enamorados confesos de esa lidia, si hubieran visto a Fundi, Rafaelillo y López Chaves entenderse con estos toros antiguos a la antigua, es decir, con el manejo de engaños y el juego de piernas propio de Bombita, les habrían silbado, recriminándoles con aspereza por no arrimarse, no cruzarse, no correr la mano… Es decir: que la sabrosísima enchilada habitual no sirve con esos toros, pero tampoco ya nadie –ni siquiera sus reivindicadores- quiere el torrezno. ¿Qué hacer?

Toreo de hoy a toros de ayer: loco, absurdo, criminal dilema. Mas, pese a todo, también bella aventura. No tenemos la solución a semejante enigma, que creemos es la gran ecuación que resta por resolver al toreo antes del Fin de los Tiempos. Y es que nos abraza la impresión de que hay ahí, sí, dos eslabones –Luis Miguel y Ortega- de los que, pese a lo bien presente que debería tenerse su legado, a nadie vemos acordarse en los ruedos, pero también la de que el misterio del aún irresuelto encuentro del toro antiguo con el toreo de hoy no concluye en lo que los citados les hacían (y hoy no parece querer hacerles nadie). Entre otras cosas, porque ambos, sobre todo Luis Miguel, mataron –esta es la verdad- poco toro antiguo. Su época no era ya la del torrezno.

López Chaves fue el único de la terna que, sin mucho éxito, se propuso el domingo torear de capa sin mover los pies, hasta que salió Rafaelillo en el sexto y, en su quite, pegó a este ejemplar una verónica y media de mucho sabor torero. Seguro que le gustaron esos lances a Frascuelo, al Frascuelo de hoy, que con gafas oscuras y cazadora de ante seguía la corrida desde un tendido bajo del dos. Y a lo mejor, en contra de lo que todos presuponemos, ya las pegaba así el Frascuelo de la prehistoria. ¿Así era? Es un misterio. No lo sabemos. Pero es incógnita que, tarde o temprano, habremos de despejar.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Uceda: ya lo avisaba el cartujo.

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 3 julio, 2009

JOAQUÍN ALBAICÍN

A Uceda Leal sólo le había visto en Las Ventas en dos o tres tardes lacias y sin fortuna en las que prácticamente quedó inédito, salvo por su impecable manejo de la tizona, cuando comencé a tomarle en cuenta como torero a propósito de algunas entrevistas que le hicieron y leí. Reparé en que era de los pocos coletudos que no dan respuestas standard o dictadas por el apoderado. Luego, claro, le vi y aplaudí en la corrida de Victoriano del Río, de imborrable recuerdo. Hoy llegué a la plaza pensando por qué será que nunca veamos torear de capa en orden inverso al habitual, es decir: en series de medias verónicas cerradas con una entera, y no al revés. ¿No es la verónica un modo de decir hasta luego tan bueno como la media? Creo yo que sí. Rematar los rápidos en la amplitud de un lago no es menos torero que descansar de la espuma de las olas tomando refugio en la caleta…

Ya me había olvidado de ello cuando Uceda Leal compareció para recibir al cuarto cuvillo de la tarde y allí, junto a las tablas del uno, le ligó tres medias verónicas espléndidas de ajuste y torería. ¡Podía ser! Pero las verdaderamente buenas, antoñetadísimas, llegaron en el quite, tras el gran puyazo señalado por Israel de Pedro: también sucediéndose una a otra en ligazón, formando ramillete, cobrando naturaleza de eje de faena, y no de mero broche. La última fue hiperaristocrática, de suavísimo dibujo… eterna. Barrieron luego la arena ceñidísimos naturalazos, un impecable pase diestro de figura erguida, mano baja y relajo absoluto, y, tras el involuntario enganchón en el de pecho… otro gran natural y uno de pecho a pies juntos, inmenso de majestad, que me recordó al de Pepín Jiménez en la Maestranza, un día de la Virgen que fue el de su presentación como matador. La estocada, como la anterior, resultó fulminante, de inmejorable trayectoria. Con el toro ya presa de temblores agónicos, brotaron otros dos naturales y una voltereta. Y llegó la oreja, que Uceda, de malva y plata, paseó por el anillo al compás de ”Venta del Batán” y seguido por sus banderilleros ataviados a juego, los tres con bordados argénteos sobre seda negra. ¡Magnífica constelación habían formado los cuatro junto a las tablas del dos, mientras bajo el cielo otoñal veían morir al que rompió plaza!

Hubo otra media, esta a pies juntos y llevándose las manos a la cintura, que pegó Uceda en su turno al sexto y que podríamos considerar verdadero cierre de esas tres del quite anterior. ¿Le veremos algún día abrochar la serie de medias con una entera?

De cualquier modo, me lo tenía que haber olido. Voy a abrir una peluquería de señoras en la calle de Recoletos, a tiro de piedra del Wellington. El escaparate de la papelería de enfrente exhibe a uno de esos monjes cartujos que, con su varita, señalan el tiempo que viene: “Lluvioso”, “Ventoso”, “Soleado”, “Ni fu ni fa”… La otra mañana, el cartujo indicaba la inminencia de un mano a mano entre Uceda y Aparicio, con cuvillos o alcurrucenes, antes del remate de la temporada madrileña. ¿Se equivocará el monje? Yo siempre me fío del buen ojo de los dedicados a la vida contemplativa. Y tampoco tendría inconveniente –no sé la empresa- en que el duelo se anunciara y diera en Navidad. ¡Paso, en cualquier caso, a los toreros en ebullición, que trastocan el clima y hierven con fuego propio!

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Flamenco en Crónicas: Manolo Caracol y Arturo Pavón en el recuerdo… y a merced de los políticos

Posted in Flamenco, Flamenco en Crónicas, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 3 julio, 2009

por Joaquín Albaicín

ABC, 10 de marzo de 2009

Entre las veladas flamencas importantes que, bajo los auspicios de la Agencia Andaluza de Flamenco, van a celebrarse este año en Sevilla, se cuentan la de recuerdo y homenaje a Arturo Pavón (1930-2005) y la conmemorativa del centenario del nacimiento de Manolo Caracol (1909-1973). Dos grandes. Dos cometas de los que han dejado estela. ¿Se están haciendo bien las cosas?

No sé qué decir. Hijo de gitano fragüero, sobrino carnal de la Niña de los Peines y Tomás Pavón, yerno de Caracol y primero que llevó a la partitura el cante flamenco, Arturo Pavón ha de sentirse feliz, sin duda, por que la velada incluya una colaboración especial de Luisa Ortega, que fuera la pasión de su vida como mujer y artista y sin cuya insistencia y esfuerzo es muy probable que el proyecto ni se hubiera pasado jamás por la cabeza a sus impulsores (conviene no obnubilarse por esta súbita “admiración” de los funcionarios andalucistas por la música y la personalidad artística de Arturo Pavón: no se sabe, en efecto, que éste fuera contratado para actuar en la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla salvo en una sola ocasión, y hace de aquello cosa de treinta años). Menos contento debe andar, sin embargo, el añorado músico por razón de que su hija, Salomé Pavón Ortega, única cantaora en activo de su dinastía y uno de los tres únicos artistas a quienes acompañó largas temporadas al piano en el curso de toda su carrera, ni siquiera haya sido contactada para participar en la gala dedicada a su memoria. Y ello, pese a que la ilusión de acompañarla al piano prolongara fehacientemente su salud y su vida. Igual que Caracol diera el espaldarazo a Luisa Ortega en aquella recordada y ya histórica noche en el Teatro Calderón de Madrid, su hija Salomé fue la obra cantaora moldeada a fuego lento, la segunda Suite Flamenca de Arturo Pavón. Algo así, en fin, como si se montara una corrida con seis matadores, conmemorativa del cincuenta aniversario de la alternativa de Pepe Luis, y a Pepe Luis hijo ni le llamaran.

También debe Caracol, allá en la celeste morada, estar como unas Pascuas, ya que su nieta, aparte de –por el momento- último baluarte cantaor de los Pavón, es también la única cantaora de la estirpe de los Ortega en los escenarios de hoy… y tampoco se detectan indicios de que los organizadores de la gala de homenaje contemplen la inclusión de su nombre en el cartel, diseñado por “flamencos” de aniversario o, parafraseando a Raimundo Amador, “de temporá”. Su aspiración de llevar a las tablas teatrales un gran musical evocador de su figura y con una estructura totalmente inédita en la historia del flamenco, proyecto bien conocido en los ambientes de este arte y del que se hizo eco la pluma de Andrés González Barba en la edición hispalense de este diario, no ha recibido otra respuesta institucional que los oídos sordos. Acaso portar abolengo hondo, cantar puro, disfrutar de cartel y pensar en artista –y no en funcionario- resulte contraproducente en el mundo del flamenco oficial, enganchado a Factor X y demás maratones televisivos.

No importa. Si no en 2009, será en 2010, o en 2012, o en 2020… Los políticos pasan, y rápido. Los genios, su obra y aura, son de hoja perenne. Le pese a quien le pese, nunca sucumben ni se marchitan. Por eso este año la Hermandad de los Gitanos, que en 2006 homenajeó con una levantá en su honor a Arturo Pavón, este año, decíamos, por iniciativa de su nieta Salomé, portará a hombros al Cristo mientras, por primera vez, suena a ritmo de marcha La Salvaora inmortalizada por aquel gitano que se rompía por siguiriyas para rezar al Nazareno cuando, como una barca osiríaca abandonando el mundo, el paso salía de La Campana por la esquina de Sierpes.

Salomé Pavón define muy bien a su abuelo en Manolo Caracol. Cante y pasión, la reciente biografía escrita por Catalina León Benítez:
-Siempre ha existido, aunque ahora más que nunca, un tipo de cantaor… Un poco como el que memoriza un papel. Una persona que no nace en una familia con raíces gitanas, que nace en una familia sin tradición flamenca y, a fuerza de afición y paciencia y de un modo metódico, va aprendiendo la siguiriya de este, los tangos de aquel, hasta adquirir unos conocimientos que le permiten dedicarse profesionalmente al flamenco. En el fondo, sea mejor o peor artista, no deja de estar representando un papel. El caso de mi abuelo no tenía nada que ver con eso. Él no aprendió el “papel” de “flamenco”. Nació en una familia gitana, es decir, de entrada, el flamenco era parte integral de la tradición familiar. Y, además, en una familia a la que habían pertenecido la mayoría de los cimientos y referencias del cante. Desde niño sabía reconocer el cante de El Fillo o El Planeta porque, sencillamente, eran sus antepasados y esos cantes eran cantes de la familia. ¿Por qué conocía los estilos de Manuel Torre? Porque desde muy niño le había escuchado cantar muchas veces en su casa con su padre y otros familiares y amigos. Entonces, mi abuelo era flamenco cantando, como era flamenco durmiendo, duchándose, paseando, yendo a los toros o tosiendo. Y, precisamente porque en su cante estaba todo el cante anterior, nunca imitó a nadie. Ni lo sentía, ni lo necesitaba. Él ha sido, en cambio, uno de los cantaores a quienes más han tratado otros de parecerse.

Debido a esa permanente actualidad del aurífero talento, cien años después de su venida al mundo y transcurridos treinta y seis de su fallecimiento, Manolo Caracol sigue hoy sentado en la barrera de Vista Alegre jaleando los capotes de los tres gitanos; imponiendo orden en el cuadro de Los Canasteros; cantando en La Campana al Cristo de los Gitanos, la Macarena o el Gran Poder, Señor de Sevilla; levantando al público de los asientos con Juan de Osuna; encerrado de juerga con Adela Chaqueta, Porrina y La Moreno; y degustando potaje en Don Paco, en la calle de Caballero de Gracia, en el mismo local donde antaño, en los días de Lagartijo y Frascuelo, se despachaban las entradas para las corridas. Su dueño, Paco El Capitán, ochenta y cuatro años más IVA, tiene aún ahí su busto, al lado del de Manolete, y todo un museo de fotografías en las que el genio al que tanto quiso y admiró aparece con Cagancho, Gitanillo de Triana, Antonio Márquez, Lola Flores, Pastora Imperio…

Guste o no a la Agencia Andaluza de Flamenco, lejos de ser una cuestión regional, el arte flamenco es patrimonio de las dinastías flamencas, de las casas cantaoras y bailaoras, de aquellos que –al margen del domicilio natalicio o de residencia, bajo la monarquía, la dictadura o la república, con autonomías y sin ellas- llevamos siglos viviéndolo y transmitiéndolo. El “pueblo” –socorrida abstracción- no canta, ni baila ni toca flamenco. Quienes lo cantan, tocan y bailan tienen nombres y apellidos, que son los mismos desde hace generaciones. Ignorar las dinastías o darlas alegremente por extintas, hacer y deshacer festivales y homenajes a golpe de compadreo como si aquellas no existieran, ejercitar tentativas de acallar las voces de raigambre verdaderamente honda en aras de dar cumplimiento a agendas de corte político, no supone sino faltar al respeto al flamenco. A quienes lo encarnan y a quienes con el alma lo degustan.

Cada vez que le preguntaron qué era lo correcto decir, si “cante hondo” o “cante andaluz”, Manolo Caracol siempre respondió: “Cante gitano”. Esperemos que, ya que no se cuenta para los homenajes a Arturo Pavón y Manolo Caracol con la única cantaora en activo de los Pavón y de los Ortega, hija y nieta respectivamente, repetimos, de los homenajeados, al menos en el caso de Caracol, para lo que aún se está a tiempo, se confeccione un cartel a tono con la personalidad y la concepción del cante sustentada por éste, es decir, que no se elabore un cartel para rendir tributo a Caracolcon el espíritu con que se concebiría uno para celebrar la memoria de Carlos Cano o La Niña de la Puebla. Que sí, que esto último sería lo “políticamente correcto”. Pero los auténticos flamencos nunca han buscado ni aprendido la definición para su arte en los Libros Gordos de Petete de la “corrección política”. Y, en cualquier caso, Manolo Caracol también tenía –digo yo- derecho a pronunciarse… y se pronunció. Le pesara a quien le pesara.

¿Homenajes a los flamencos? Los que se tercien. Pero, por favor, con criterio flamenco.

Artículo publicado en el diario ABC el 10-III-2009

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»
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