Cultura Transversal

Miguel Hernández: de Argüelles a Sevilla

Posted in Autores, Joaquín Albaicín, Libros, Literatura, Miguel Hernández, Poesía, Publicaciones by paginatransversal on 18 febrero, 2017

"JOAQUÍNpor Joaquín Albaicín – Recordaba Miguel Hernández su primer encuentro en Madrid con Neruda –“él con polvo en la frente y en los talones de la India, yo con tierra de barbecho en las costuras de los pantalones”– como una efemérides estelar en su vida de escritor. Suelo tomar café en Casa Manolo, en Princesa, donde algo de aquella tierra y de aquel polvo se posaron, pues los dos paraban a veces allí con Luis Rosales, a quien a la vuelta de la esquina una placa recuerda sobre la fachada de la casa donde durante años residió. Muy cerca de Manolo está la Casa de las Flores, a la que miro siempre con curiosidad no tanto porque en ella viviera Neruda como porque, con posterioridad, también en ella estuvieron avecindadas tanto la segunda mujer de mi tío Miguel como quien ahora es la mía. En esa casa pasó y escribió muchas horas Miguel Hernández, como en la de María Zambrano, en la Plaza del Conde de Barajas, al final de Rodríguez San Pedro. Sospecho que apenas queda nada de la atmósfera respirada en el barrio por aquel entonces, pero algo de ese aura pasada puede ser recapturado gracias a la lectura de Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta, de José Luis Ferris, lanzado por la Fundación José Manuel Lara coincidiendo con el LXXV aniversario de la desaparición del autor de El rayo que no cesa. (more…)

Miguel Hernández como la cebolla

Posted in Autores, Fernando Iwasaki, Historia, Miguel Hernández, Poesía by paginatransversal on 15 abril, 2010

por Fernando Iwasaki
ABC Miércoles , 14-04-10

«Tras dedicar sendos homenajes a las figuras de Agustín de Foxá y Leopoldo Panero, las Asociaciones Culturales «Ademán» y «Fernando III» han decidido dedicarle a Miguel Hernández la nueva edición de sus actos, corroborando así su vocación plural y libre de sectarismos. Y como me va a ser imposible asistir, me haría ilusión hacer algunos apuntes sobre Miguel Hernández, con la finalidad de animar a los lectores a acudir a la conferencia que tendrá lugar en la Fundación Valentín de Madariaga, mañana jueves 15 a las 20.00 horas.
A diferencia de Lorca o Alberti, Miguel Hernández ha sido un poeta más bien discreto, hasta el punto que su figura apenas ha convocado hagiógrafos, discípulos o estudiosos. Al socaire de su centenario, Eutimio Martín acaba de publicar un polémico libro —«El oficio de poeta» (Aguilar, 2010)— y por eso mismo me gustaría decir que la biografía de José Luis Ferris —«Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta» (Temas de Hoy, 2002)— me sigue pareciendo el estudio más neutral y riguroso acerca del poeta de Orihuela.

Por otro lado, sus compañeros de generación —con excepción de Aleixandre— mantuvieron cierta distancia hacia Hernández y su obra, aunque por razones más bien diversas. Cernuda, por ejemplo, escribió: «De todos modos había en Hernández, y hasta en exceso, todos los dones primarios que indican al poeta; le faltaban los que constituyen el artista, y no creemos que, de haber vivido, los hubiese adquirido. Porque era un tipo de poeta que suele darse en España: fogoso y de retórica pronta, en el cual, en el entusiasmo inspirado que lo posee, concierta de instinto ambas cualidades, fogosidad y retórica, hallando así el camino franco hacia su auditorio, tan entusiasta como él» («Estudios sobre poesía española contemporánea», 1957, p. 228). Sin embargo, las razones de Alberti y María Teresa León fueron —más bien— personales e ideológicas.

En efecto, a Miguel Hernández le indignaban el lujo y la frivolidad que Alberti y su mujer derrochaban en el Madrid republicano, celebrando fiestas de disfraces y zampándose los alimentos que escaseaban. Una de esas lujosas noches Miguel Hernández soltó la frase explosiva que le mereció la enemistad de Alberti y la bofetada de María Teresa León —«Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta»—, admitida por ella misma en su «Memoria de la melancolía» (1979, p. 335). Aquel episodio fue la verdadera razón del desamparo de Miguel Hernández en Madrid, abandonado por sus «amigos» Neruda y Alberti.

Así, la reciente edición de las memorias inéditas del diplomático chileno Carlos Morla Lynch —«España sufre. Diarios de guerra en el Madrid republicano»— demuestra que Morla sí le ofreció asilo al poeta y que ni Alberti ni Neruda lo incluyeron en la lista de los compañeros que merecían protección diplomática. Y si la conducta de Alberti —que ya se había negado a llevarlo hasta Alicante cuando huyó con María Teresa León— ya fue deplorable, la de Neruda fue simplemente abyecta, pues en sus memorias «Confieso que he vivido» se despachó así: «Miguel Hernández buscó refugio en la embajada de Chile… El embajador en ese entonces, Carlos Morla Lynch, le negó el asilo al gran poeta, aun cuando se decía su amigo» (p. 175).

El poeta Miguel Hernández, recibió más ayuda de poetas falangistas como Eduardo Llosent y José María de Cossío, que de los exquisitos poetas republicanos, quienes siempre lo menospreciaron por ser como la cebolla: cerrado y pobre.»

Texto extraído de ABC

En el centenario de Miguel Hernández


Las asociaciones culturales «Ademán» y «Fernando III» homenajean hoy jueves, día 15, al poeta Miguel Hernández Gilabert con motivo del centenario de su nacimiento.
El acto girará en torno a la figura de Hernández y su relación con los poetas sevillanos con los que tuvo contacto, como Joaquín Romero Murube y Eduardo Llosent.
El acto tendrá lugar a partir de las 20:00h. en la Fundación Valentín de Madariaga, avenida de María Luisa, s/n., de Sevilla, y en el mismo participarán el periodista Romualdo Maestre y el escritor y ensayista Aquilino Duque.