La república de los cielos
por Eduardo Arroyo – Hay debates intemporales. Contraposiciones irreductibles a uno solo de sus términos. Es el caso de C. S. Lewis y Philip Pullman. La diferencia es que, mientras el primero escribía por amor a sus personajes y a la eterna tríada del bien, las justicia y la belleza, el segundo escribe acongojado en el espíritu que siempre niega, anhelante de sustraer a los niños de la gigantesca proyección del genial norirlandés, entre otros.
Lewis, devoto cristiano, es el autor de «Las crónicas de Narnia»; Pullman es el autor de la trilogía «La materia oscura», la historia de la lucha una niña –Lyra Belacqua- contra «el Magisterio»; es decir, una alegoría de lo que Pullman cree que es la religión (cristiana): opresiva, cruel y tiránica. El problema es que, mientras Lewis siempre fue abiertamente cristiano, Pullman sostuvo siempre intenciones secretas. Su entrevistadora Alona Wartofsky («The Washington Post», 19.2.2001) pone en su boca palabras de claridad: «intento minar los fundamentos de la fe cristina».
leave a comment