Cultura Transversal

Llaves: La escuela perennialista

LLAVES LA ESCUELA PERENNIALISTApor José Carlos Aguirre – Las sabidurías de la ebriedad atraviesan una buena parte de la cultura mediterránea y europea. La Grecia antigua y los cultos dionisiacos y mistéricos, la llamada manía platónica, la ebriedad sufí o los divinos furores del pensamiento renacentista son buen botón de muestra. Todas estas sabidurías de la ebriedad encuentran su quicio en el sesgo iniciático de esa ebriedad. Todas ellas se ordenan desde una determinada expansión del alma que abre la misma a planos de vida y de plenitud existencial que transcienden lo convencional y ordinariamente humano. Todas encontrarán su quicio en la copertenencia de contrarios –coincidentia opositorum-, en la toma de conciencia de la unidad de todo lo real y en cierta pervivencia de lo humano más allá de su propia particularidad. Estas tradiciones sapienciales entenderán la ebriedad como algo que transciende lo meramente extático de tal modo que sus bendiciones abrazaran no solo determinados estados sino la más estricta cotidianidad y la totalidad de lo humano. Advirtamos que, así considerada, la ebriedad vendría a entenderse como una expansión de la conciencia que ampararía un conocimiento más profundo de lo real.

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Vintila Horia: encuentro con los esotéricos (sic*) I

Posted in Autores, Frithjof Schuon, Julius Evola, René Guénon, Titus Burckhardt, Vintila Horia by paginatransversal on 7 diciembre, 2012

VINTILA HORIA

por Vintila Horia – Lo que hemos enfocado hasta ahora, a lo largo de las páginas pre­cedentes, todo este enorme material relacionado con PSI, puede ser dividido en dos partes distintas: una fenomenología perfectamente a nuestro alcance razonador y a los instrumentos o prótesis de nuestras técnicas de laboratorio, como la telepatía, la clarividencia, el aura al­rededor de los cuerpos, visibles a través de la cámara Kirlian, la sofrolo­gía, los fenómenos relacionados con la sinestesia o posibilidad de relacio­nar estímulos sensoriales distintos (los del oído con los visuales), et­cétera, y que pueden perfectamente formar parte del objeto de estudio de la parapsicología, o sea, de algo colocado al lado de la psicología, en situación de paralelismo epistemológico. Y otra fenomenología, mucho más sutil, a la que habría que conservar el nombre de metapsíquica, situada más allá de la posibilidad de aprehensión de los sentidos hu­manos y de los aparatos de laboratorio e incluso de la pura razón, y dentro de la que se encontraría la psicofonía, el espiritismo, la levita­ción y cualquier fenómeno relacionado con la telergia o influjo directo del espíritu sobre la materia, etc.

Vuelvo sobre esta necesaria disquisición no sólo porque la con­fusión metodológica creada últimamente dentro de la parapsicología, al mezclarse unos terrenos con otros, ha sido contraproducente en lo que al mismo prestigio de esta nueva ciencia se refiere, sino porque la di­ferenciación que hemos establecido nos permitirá comprender mejor la actitud enemistosa de los esotéricos ante cualquier manifestación meta­psíquica. El mismo acercamiento que aquí realizamos, el hecho de haber situado a los esotéricos dentro de un fenómeno general llamado PSI, es considerado herético por cualquiera de los practicantes de esta antigua disciplina. Sin embargo, ninguno de ellos se ha ocupado jamás de para­psicología, en el sentido que nosotros otorgamos a esta palabra, consi­derando todo fenómeno de este tipo como puro engaño de los sentidos. Es así como René Guénon, Julius Evola, Frithjof Schuon o Titus Burckhardt los más conocidos esotéricos de nuestro siglo, rechazan cualquier manifestación espiritista o la consideran de manera completamente dis­tinta a la de los parapsicólogos. Guénon ha dedicado todo un capítulo de su libro El error espiritista a la explicación del fenómeno, y sus con­sideraciones y conclusiones son más que severas. Se trata de un «error».

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