Cultura Transversal

Decálogo en defensa del Toro de Lidia

Posted in Arte Taurino, Autores, Sabiduría Universal by paginatransversal on 22 junio, 2017

por Antonio Purroy Unanua – 1.- El toro de Lidia, tal y como se concibe en la actualidad, es un producto de la mano del hombre. Los ganaderos de bravo son los que han convertido un animal semisalvaje, fiero e impetuoso, en un animal bravo y noble, que sirve para los espectáculos taurinos. El toro de Lidia es un animal productor de comportamiento en forma de bravura. Dicho comportamiento se mejora por selección genética que los ganaderos practican con una metodología, en teoría, perfecta: selección por ascendencia -hijos/as de mejores padres y madres-, selección individual o masal –prueba de bravura en la tienta- y selección por descendencia –transmisión de los caracteres a los descendientes-. (more…)

En la muerte de Fandiño

Posted in Arte Taurino, Autores, Censura y Libertad, Juan Manuel de Prada by paginatransversal on 20 junio, 2017

por Juan Manuel de Prada

ABC

Padre toro, tótem de la dehesa. Para una apología de la Tauromaquia

Posted in Arte Taurino, Autores, Censura y Libertad, Historia, Literatura, Manuel Fernández Espinosa by paginatransversal on 10 enero, 2017

toro-osbornepor Manuel Fernández Espinosa – Dedicado a mi amigo, el poeta y escritor Antonio Moreno Ruiz.

Contra el mundo taurino que hemos conocido pesa a día de hoy una cierta y siniestra amenaza. Grupos organizados (animalistas o antitaurinos) pugnan por erradicar la llamada «fiesta nacional» ante el escándalo de los aficionados y la perplejidad de todos aquellos cuantos, aunque no nos sentimos taurinos y mucho menos expertos en «toros», nos parece una actitud de imposición, rabiosa y no exenta de tintes totalitarios. (more…)

Revista «Los Sabios del Toreo» nº 75

Posted in Arte Taurino by paginatransversal on 28 enero, 2016

REVISTA LOS SABIOS DEL TOREO N 75En sus manos la edición número 75 de la «Revista Los Sabios del Toreo». Primera en su género de Cultura Taurina.

Puede leerla en formato digital en nuestro portal www.sabiosdeltoreo.com. Y en la sección “Revista Los Sabios del Toreo”, junto al resto de los demás números editados.

Para más información, diríjase a: homenajes@escaleradelexito.com

Hurgando la femoral

Posted in Arte Taurino, Autores, Historia, Juan Manuel de Prada, Sabiduría Universal by paginatransversal on 22 May, 2015

JUAN MANUEL DE PRADA

por Juan Manuel de Prada – ¿Y si en la tabarra antitaurina no hubiese otra cosa sino miedo a la muerte? La cobardía humana ha envuelto siempre sus razones más íntimas e inconfesables con enredaderas retóricas y perifollos espiritualistas de lo más rocambolesco; y todo para ocultar su miedo a la muerte, que es consecuencia de no creer en la otra vida, o de creer demasiado y saber que, en justicia, acabará ardiendo en el infierno. La cobardía humana, puesta a disimular el olor marroncete del miedo, es capaz de urdir las más delirantes lucubraciones, que a veces se terminan convirtiendo en ideologías campanudas y doctrinas pacifistas de lo más florido; pero uno se pone a rascar su cáscara de pomposidades y siempre termina encontrando un castañeteo de dientes, unos calzoncillos con zurraspas, un alma floja y barbilinda.

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Arte Taurino. Oliva Soto: vuelve el duende

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 18 agosto, 2009

JOAQUÍN ALBAICÍN

A poco de cumplirse y celebrarse los cuarenta años del primer alunizaje, corrida lunar en honor de la Virgen de los Reyes, y yo que vuelvo a los tendidos de la Maestranza después de varios e involuntarios años de ausencia. La Luna, a los pies de la Virgen, hacía destellar con argénteo parpadeo el oro de los vestidos de los matadores, a la par que tintaba de esmaltes áureos los bordados de las cuadrillas. La terna de valientes, igual que la del Apolo XI: dos tripulantes hollaron con sus pies la regolita lunar –tocaron pelo- y otro hubo de contentarse con permanecer a los mandos de la nave a espera de mejor ocasión.

Yo fui a ver, en particular, a uno de los toreros, cuya presentación y repetición en Las Ventas viví con interés y entusiasmo hace ya dos estíos: Alfonso Oliva Soto, un hombre con Duende.

No me decepcionó. En esta selenia velada, la Virgen iluminó su capote con dorados fulgores durante toda la corrida. Alumbrado por tan privilegiada candela, derrochó Oliva Soto colorido, sabor a índicas especias en el cimbreo y el temple de las verónicas de saludo, así como en las tres chicuelinas galleando y el cambio de manos por la espalda con que dejó al toro en el caballo. Sentimiento y cromatismo derramó igualmente, con el tercer toro, en ese quite de dos verónicas, en su sacar, dar el pecho con acaganchado resoplido en el remate a una mano… Al cuarto, lo lanceó de capa aplomado por ese peso doliente de los renombrados capoteadotes gitanos de la Cava. Circulan por ahí otras dos capas, otros dos percales, uno de ellos de más o menos su misma quinta, con los que organizarle un duelo cordial -¿por qué no aquí mismo, en Sevilla?- resultaría un deleite para la afición: los de Manuel Amador y David Mora.

Su primer oponente fue complicado de manejar. Manso, quedado, reacio a tomar el primer muletazo, amagaba en el segundo con herir y, tras beberse a regañadientes el tercero, recetado siempre con enjundia torera por Oliva Soto, había ya que vaciarlo con el de pecho. Un toro grandote, soso y con guasa soterrada. El torero le aplicó la faena perfecta, una faena de aire netamente lustral, purificatorio… La más acorde posible con la condición del toro, medidísima de reloj, desgranando el compás y toque precisos. Atacó con el acero con enorme seguridad, sin volver la fisonomía en el embroque, cayendo el toro hendido de muerte y hasta el pomo al primer viaje. Salieron a relucir los pañuelos, y crepitaron las palmas en la vuelta al ruedo.
Su segundo, con embestida propiamente dicha sólo en el primer tercio, fue un regalito, ese toro con el que ciertos aficionados quieren ver a Oliva Soto: falto de fijeza, sobrado de mala uva y con seis o siete gañafones en la recámara, que sólo porque la Virgen, Reina de la Noche, así lo quiso, no rasgaron la nazarena seda. Oliva Soto se sabía en el punto de mira, bajo la lupa del enemigo, y no rehusó plantar batalla. Esquivó los puñales sin mover las zapatillas, muleteó con firmeza y, con la espada, fue un cañón. Esa estocada, su valor y esos lances de lapislázuli engarzado en oro valiéronle la oreja.

La banda no le ayudó, pero a sus manos, recién muerto tan hosco oponente, fue a parar el casi único trofeo de la noche. Ni un solo compás dedicó a sus dos trasteos una murga a la que su director instaba a romper a tocar apenas cualquiera de los otros dos alternantes en el ruedo ligaba muletazo y medio un poco aseados… Claro que no habían pasado diez segundos cuando, visto lo que se daba ahí abajo, había el de la batuta, muy a su pesar, de dar a sus músicos la orden de poner fin al pasodoble. Miraba uno hacia los excelentes músicos de la banda, reflexionaba luego acerca del criterio taurino de su jefe de filas, y no podía evitar pensar en aquello de: “¡Dios, qué buenos vasallos si ovieran buen señor!”

Volveremos, después de este sólido triunfo, a ver a Oliva Soto. Y es que un año en el dique seco nada supone para el Duende. El Duende, a veces, duerme. Pero nunca desaparece. Anoche, en Sevilla, se vio.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Luis Francisco Esplá y su apoteosis de rioja y oro.

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 1 agosto, 2009

Joaquín Albaicín *

Se puede torear y triunfar por todo lo alto acordándose de Joselito El Gallo, de su hermano Rafael, de Antonio Fuentes y Manuel Granero. Sí, hoy mismo, en 2009 d. C. Mi tío Miguel, que aprendió a bailar viendo hacerlo en las fiestas familiares a su madre y a su tío El Gato y cuyo paladar de aficionado fermentó y se refinó en los tendidos de la Edad de Plata, me aseveraba ya a finales del siglo XX que únicamente dos toreros del escalafón llevaban hasta su pituitaria el aroma de los de sus días mozos: Rafael de Paula y Luis Francisco Esplá. Uno alcanzó asimismo a conocer a don Antonio Bellón, quien, habiendo visto de luces al gran Antonio Fuentes, seguía en la década de 1980 escribiendo y firmando reseñas en la prensa taurina. A juicio de don Antonio Bellón, Ignacio Sánchez Mejías había sido el mejor banderillero de la historia hasta que había visto a Esplá… O quizá –tendría que revisar mis notas de entonces, y no voy a hacerlo ahora- me dijo que el mejor, a sus ojos, con los rehiletes había sido Esplá, detrás sólo de Ignacio Sánchez Mejías.

El caso es que Ignacio se me ha “aparecido” varias veces. Se me apareció en un sueño, en el que me paraba en la calle Princesa para preguntarme si había visto pasar por allí a su perra Marquita. Se me “aparecía” siempre que iba a casa de Pilar López, cuando en cada cenicero creía apreciar la huella de una colilla de Ignacio. Y se me “apareció” la otra tarde en Las Ventas.

Bueno, no exactamente en Las Ventas, porque este año no me han dado pase (los pases deben ser, al parecer, no para quienes contamos lo que vemos acaecer en la plaza, sino para quienes redactan dificultosamente “reseñas” de dos líneas para no se sabe qué gacetillas locales), y la corrida de despedida de Esplá la vi, como todas las demás, gracias a las modélicas retransmisiones de Manolo Molés por el Plus. Pero bueno. El caso es que yo ya sentía un nudo presionándome la garganta, porque con el paso de Esplá a la tertulia de las clases pasivas se terminaba de ir de naja mi adolescencia, ya de por sí bastante prolongada. Yo creo que era el que quedaba de los espadas con cuyos paseíllos granó mi pasión por la Fiesta, allá en la grada del 3 donde la familia de mi amigo Carlos Lancha tenía varios abonos. Porque lo cierto es que ya no están –aunque estén- Rafael de Paula, Antoñete, Pepín Jiménez, Curro Romero, Manzanares, Curro Vázquez, Rincón (aunque el cesáreo advenimiento de este último aconteció siendo yo ya hombre de pelo en pecho)… Ni están Julio Robles, Ojeda, Lucio Sandín, Manolo Cortés, Miguel Espinosa Armillita, Paco Ruiz Miguel, José Luis Bote, Joselito, Capea, Galloso, Dámaso… Vivimos ya de pleno en otra época del toreo.

Así que la congoja estaba ahí. ¿Cómo podía ser de otro modo? Pero se me “apareció” Ignacio Sánchez Mejías y ya sentí la corbata de la emoción ceñirse a mi garganta como si estuviera escuchando a Antonio El Rubio cantar un fandango a la muerte de su perra galga. Se asió Esplá con la zurda a las tablas para recibir por las alturas al toro, y sí, allí estaba, guerrero y gallardo, el torero del 27. Cuando, tras el primer muletazo, se llevó la pañosa a la cadera, tenía las orejas cortadas. Dios estaba con él. Su faena a Beato -¡qué toros le salen a don Victoriano del Río cuando le salen!- fue una de las que más hondamente me han emocionado de cuantas he presenciado, a fuer de constituir la mil y una veces soñada sublimación, casi tangible, del sueño utópico gallista. El toreo al natural –ante todo, eso: naturalísimo- de Esplá dio fugaz, pero consistentísimo cuerpo a un sentido monumento que hora era ya de que alguien alzara en honor de la vieja plaza de la Carretera de Aragón. Enorme, gran y naturalísima sensibilidad, asimismo, la de don José Antonio Chopera al propiciar que el adiós del torero a Madrid tuviera lugar ante astados de un hierro de lujo. Limpiando los pinceles en los bufidos de Beato, Esplá, que también es pintor, terminó por fin, además, de rematar su autorretrato humano y artístico. Siempre aprecié en él a un torero fundamental y radicalmente tímido. Siempre creí detectar bajo su terno, incluso en sus comparecencias más felices ante la afición, un soterrado ataque de timidez que le impedía sacar a la luz muchas cosas vibrantes en su corazón y muñecas. Comprendo ahora que el ángel de su Destino le susurraba la orden de guardar todo eso en reserva para el final del camino. Nada menos que treinta y tres temporadas matando alimañas con trasteos repletos –para quien quisiera y supiera verlos- de subrayados, notas a pie y alusiones varias a la tauromaquia de Gelves le ha costado desprenderse de esa timidez.

Y ¡con qué elegancia se despojó del velo! Faena aromática, salpimentada de especias toreras, con pases de pecho tan gráciles como rotundos, con firmas y desdenes de tan sencilla como esmerada acuñación. ¡Esos dos naturales! Y todo, con un señor toro: toro con volumen, cuajo y arboladura. Toro con embestida, con brío, celo, empuje… Toro para toreros machos. Un toreo –lo subrayo- naturalísimo, sencillo, acunado por el don del ritmo, bendecido por un mágico sentido de la medida en cuanto a tiempo y distancias, sin ahogar al toro ni a la hora de la muerte, y para cuya plasmación los astros y el clima concedieron su preciso beneplácito.

Dios, decíamos, anduvo a su lado, y en la suerte de recibir, con permiso Suyo, Martín Agüero y Fortuna. La faena de Esplá, turiferada por ello con los inciensos de la verdadera espiritualidad y, pese al nombre del toro, ayuna por entero de esa beatería falsuna conformada a base de desplantes desencajados, zapatillazos, suma y sigue de pases de pecho y golpes de guedeja desordenada por el viento, ha quedado ya inscrita en el cuadro de honor reservado en el frontispicio de la Fiesta a las más nobles hazañas.

Gracias, torero. No te echaremos de menos, porque lo que hiciste es imborrable y nos acompañará siempre en la memoria. Espero te llegue mi emocionada y humilde enhorabuena.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. ¿No lo sabían? Estamos en los años 30

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 11 julio, 2009

(Así lo corroboran los más recientes paseíllos de Javier Conde, Manuel Amador, José Manuel Sandín, Cayetano…)

Joaquín Albaicín *

-Cuidado con los años 30 -me advertía la otra mañana Javier Esteban al salir de la redacción de Generación XXI.

La conversación previa a sus palabras de despedida nada tenía que ver con lo taurino, pero el caso es que no tardaría mucho, tras escucharlas, en encontrarme felizmente sumergido hasta el cuello… en esos años 30 en cuyas esquinas me recomendaba andarme con tanta prudencia.

Y es que han vuelto. Los años 30, digo. La Edad de Plata. Al menos, en el sentido de que de nuevo anda por los ruedos, predicando sus buenaventuras, un puñado de artistas con el genio a flor de piel. A pocos coletas, nos lamentábamos ayer, les sale un paseíllo mínimamente atendible desde el orden de lo ritual. Mas, por fortuna, no muchas hojas cayeron del calendario desde que puse por escrito mi congoja por esa realidad hasta que fui testigo, en la primera novillada nocturna de Canal Plus, de los solemnísimos andares brindados a Madrid en su debut por José Manuel Sandín, y de la torería por él derrochada muleta en mano ante un lote imposible. ¡Puros años 30, este torero que, aun inédito, tanto nos dijo! A no mucho tardar, con un terno negro y azabache evocatorio de los de Silverio Pérez y Rafael Albaicín, llegó Manuel Amador a Las Ventas para plantar cara a un toro de sangre Domecq y cuajar con él una de las faenas más bellas y toreras que me ha sido dado contemplar. ¿Cómo no vibrar con la hondísima intención de su media verónica a pies juntos y el ceño con que su muleta barrió los lomos del burel? Todo cuanto hizo con las telas tuvo un sabor lidiador… etiqueta negra. Ni una sola estrella de su constelación interior latió fuera de compás. ¡Qué fácil! Y… ¡qué difícil!

Y ahora, en Valdepeñas, nos hemos encontrado con una faena de Javier Conde de las que dejan sutura para siempre. El vestido de luces, similar al de Amador: blanco y azabache. Cuesta Carmona, todavía novillero sin caballos, denotó la inteligencia de tomar nota del valor talismánico que esta temporada parece catalizar la combinación, y pronto, nos dice, pondrá manos a la obra a Justo Algaba… Mas estábamos con Javier Conde y ese toro de Jandilla que, como un ángel de sangre azul, dio en Valdepeñas su vida por amor al arte y que parecía haber sido elegido para morir de tan apasionado modo ya cuando su alma pura descendía por la Vía Láctea. Nunca se nos podrá olvidar ese trincherazo zurdo con que cerró el torero la primera tanda. Ni esos cuatro naturalísimos derechazos de mano baja ligados, templados y soñados junto a las tablas, en un palmo de arena. Ni esa chicuelina galleando. Ni esa caricia sin nombre con que, a media altura, dio al toro la salida de un túnel cuyos primeros pilotes prometían arquivoltas de circular por alto…

¡Años 30! Retornaron también, en la misma tarde y en el mismo ruedo, en esos muletazos por alto labrados sobre las puntas de las zapatillas por Cayetano, reverberaciones casi palpables de la Edad de Plata: resoles de Cagancho, Manolo Bienvenida, Márquez y Niño de la Palma… El pase de la firma, suave como un suspiro, con que, de celeste y oro, echó Cayetano el cerrojazo a la corrida rubricó la vigentísima actualidad de esta segunda época treintista de que hablamos.

Lo primero que hice en Madrid al irrumpir en el patio de arrastre fue pedir a Alfredo Arévalo fotografías de la faena de Manuel Amador. Y lo primero que hice al regresar de Valdepeñas fue ordenar enmarcar el cartel de la corrida.

Porque… hay que tener siempre presentes las cosas antiguas. Escuchamos mucho, últimamente, que es una pena que el mundo taurino camine con varias décadas de “retraso” respecto al resto de la sociedad. A nosotros, tal “retraso” nos supone, por el contrario, un gran respiro, pese a saber que la mayoría de los aficionados entendidos sueñan con los años 60 y 70, años ya de fascinación creciente por la prisa y los agobios, en tanto la década en que nosotros nos encontramos en verdad a gusto -y de la que no tenemos ningún interés en que nadie nos saque- es la comprendida entre 1925 y 1935. Sólo hay un aspecto en el que esos gloriosos tiempos no han vuelto (aparte -claro es- de la circunstancia de que apenas nadie se haya dado cuenta todavía de eso, de que estamos de nuevo en ellos). José Luis Suárez-Guanes ponía el otro día el dedo en la llaga en su crónica de la gran faena de Manuel Amador: antes que de crisis de toreros y ganaderos, hay que hablar de crisis de público y de aficionados.

Me explico. En 1927, el público que abarrotaba los tendidos en Toledo se echó como un solo hombre al ruedo para sacar a hombros de la plaza a Cagancho y pasearlo de esa guisa -como una talla del Montañés, escribió Corrochano- por toda la ciudad. Dos años después, en la misma plaza, igual… Y muchos hemos visto las fotos de los madrileños y sevillanos invadiendo el ruedo de la Monumental o de la Maestranza para sacar a hombros a Joselito El Gallo, Victoriano de la Serna y Curro Puya, entre otros.

Si soy sincero, dudo mucho que los toledanos de 1927 superaran en refinamiento, exquisitez, erudición artística y número de certificados de Graduado Escolar a los señores en la actualidad avecindados en Valdepeñas. De ahí que me sienta tentado de escribir que el hecho de que estos últimos no se precipitaran sobre el ruedo para sacar a hombros a Javier Conde el pasado día 31 de julio no sólo me devolvió de un modo abrupto y casi canallesco a 2005… Esa omisión, por no hablar de otras cosas, fue como para cerrar a cal y canto el pueblo y sembrarlo de sal, como Cartago.

Con todo, pese a asistir tantas y tantas veces a manifestaciones de emasculación espiritual y miserando talante como la citada, hay quienes postulan que el Planeta de los Toros siga “avanzando”, luchando por colocarse a la “altura” del resto de la sociedad. ¿Debemos suponer que el hecho de que jamás, en lo que llevo de vida, haya presenciado una multitud invadiendo un ruedo para santificar la hazaña de un torero… es un avance desde el punto de vista taurino? En Las Ventas, cuando al cerrar Manuel Amador una de sus tandas me levanté para rendirle tributo de agradecimiento, pude apreciar que había… otra persona de pie. Y perdónenme, pero allí no había sólo japoneses. A mi derecha, profería olés un muy buen aficionado, dispensado por su cojera de realizar esfuerzos físicos extra. Sitibunda a mi izquierda, contribuía asimismo con sus exclamaciones jubilosas una gran aficionada para quien, con levantarme yo, es como si nos levantáramos ambos. Fueron las dos únicas personas con excusa que detecté entre mis circunvecinos. En Valdepeñas, donde ni un solo japonés pasó por taquilla, creo que fuimos un máximo de doce personas las que, durante el transcurso de la faena de Conde, nos levantamos en algún momento del asiento para jalear o aplaudir su trasteo transmundano. Supongo que habremos avanzado aún más el día en que escuchar un olé e, incluso, un atisbo de aplauso en una plaza de toros, sea una rareza… Y que habremos alcanzado el Paraíso el día en que salir a hombros por la puerta grande de una plaza sea un acontecimiento tan educado y civilizado como el vivido por quienes la cruzan en una visita guiada.

Cierto: la mayoría de los toreros, en su tarde cumbrera, no pone en pie ni a la familia. Lo de levantar a la gente de la almohadilla está pasadísimo de moda. Manuel Amador y Javier Conde pueden, pues, darse con un canto en los dientes. Pero me parece que nos entendemos. Yo me quedo con aquellos analfabetos que no sabían contar pero con un solo golpe de vista sabían si en su rebaño había trescientas cincuenta y dos o trescientas cincuenta y tres cabras, que velaban por la honra de sus hijas, respetaban como sagrada la palabra dada y, con toda su santa “ignorancia”, se ponían de pie ebrios de fe, rindiendo homenaje al rocío milagroso destilado en un quite a la verónica. Entre el público de toros de ahora, quizá tome asiento un alto porcentaje de individuos capaz de resolver crucigramas con cierto aseo, pues aquí todo el mundo va ya al colegio por decreto ley (otro “logro”), pero me parece evidente que la mayor parte de quienes acuden a la plaza ha perdido el sentido de las cosas. Algún día habrá que hablar en serio sobre las consecuencias de alimentarse con comida basura en vez de con leche de cabra recién ordeñada. Los aficionados nutridos con leche de cabra recién ordeñada jamás habrían permitido, por ejemplo, que César Rincón traspasara por quinta vez la puerta grande de Las Ventas sin ser antes víctima jubilosa, en el ruedo, del clamoroso abrazo de las masas.

No encuentro mejor ejemplo para expresar lo que en este momento siento que lo sucedido en una de las jornadas decisivas en la carrera de Rafael de Paula, probablemente una de las tardes verdaderamente importantes en la historia del toreo y que yo, obviamente, no presencié: aquella del 28 de junio de 1964 en que se encerró en la plaza de Jerez con seis toros de Salvador Guardiola. Siete orejas cortó a sus enemigos. Los aficionados lo llevaron a hombros hasta la Basílica de la Virgen de la Merced, a dos kilómetros de distancia, donde se entonó una Salve, y lo pasearon luego a hombros por el Barrio de Santiago. La muerte del tercero, al que desorejó por partida doble, se la brindó a un grupo de invidentes, nítido indicativo de que el toreo bueno, desde el momento en que se forja con el corazón, sólo puede ser visto y apreciado en toda su magnitud… con el corazón.

Eso es lo que falta: visión interior. Ahora, hay muy buenas gafas… Pero muy poco corazón.

Claro que, si a un grupo de aficionados se les ocurre un día echarse al ruedo a sacar a hombros a un gran torero… lo mismo les detienen por alteración del orden público. Y hasta es el presidente -¡o el apoderado!- quien avisa a los guardias. Es lo que tiene, eso de ponerse al día.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. ¿Cuándo vuelve Antonio Urrutia? ¿Cuándo se acabará la ausencia de toreros mexicanos de las plazas españolas?

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 10 julio, 2009

Joaquín Albaicín *
Hay gente con carrete para rato y que aún, meses después de autos, sigue dando la tabarra con lo que pintaba o no pintaba Zotoluco en San Isidro con Ponce y El Juli. Parecen olvidar los parlantes en cuestión que Zotoluco es en México una gran figura del toreo. E ignorar –o no querer mencionar- que muchos otros toreros que ni por asomo pueden presumir de ostentar ese rango entran en San Isidro –y en todas las ferias- por recomendaciones, sugerencias y presiones de otros toreros y que, de no ser por ello, un alto porcentaje de coletas no se vestiría de luces ni una vez en toda la temporada, mucho menos en ciclos de categoría.

Nadie considera injusto, en cambio, que Antonio Urrutia, matador con más de veinte años de alternativa, con aquilatado cartel en América y que en la México ha indultado un toro, venga por tercera vez a Las Ventas a matar… la de Monteviejo. Me pregunto por qué todas esas voces no entraron en disputa para reclamar su puesto en esa corrida. Y también cuántos de ellos habrían pegado al segundo de la tarde esos muletazos doblándose con él, bandeando la pañosa con largueza y mimo para ver de dar de sí su embestida, en la mejor tradición del toreo azteca, que le propinó Urrutia. O ese derechazo lánguido y rítmico que se tuvo que tragar el cuarto, fugaz pero profundo suspiro que nos recordó nuestra charlas con Urrutia sobre las largas conversaciones sostenidas por uno de sus maestros, el matador Amado Ramírez, con un Cagancho otoñal que le transmitió uno de sus secretos íntimos: el de la colocación de los pies.

A mí me gustaría ver a muchos más toreros mexicanos en Madrid y en otras plazas, disfrutar de al menos las mismas oportunidades con que cuentan los mexicanos de ver a los españoles. Me gustaría volver a ver a Luévano con otro ganado. Me gustaría ver a ese brujo del toreo de capa que dicen que es Jerónimo. Y a Ignacio Garibay, que estaba en el tendido la tarde en que Urrutia se midió con los patasblancas… Y a Antonio Bricio, que vino de novillero. Como me gustaría ver a ese gran artista que dicen que es el ecuatoriano Cruz Ordóñez, que acaba de indultar un toro en Chinacota. Y volver a ver, claro, pero con toros de una ganadería que embista, a Antonio Urrutia, que dejó en nuestras retinas ese redondo de lujo y se volcó con coraje sobre la cuna de las dos rocas que le correspondió lidiar.

¿Dos carteles para Madrid… y para cualquier plaza por los que apostaría? Ahí va uno: toros de Alcurrucén para Javier Conde, Manuel Amador y Jerónimo, el gran artista de México. Y otro: astados de El Pilar para Antonio Urrutia, Julio Aparicio y Curro Díaz. Y una novillada buenecita, de Espartaco o El Torreón mismamente, para David Mora, José Manuel Sandín y Tomás Escudero o Rubén Sanz, único novillero en activo en la provincia de Soria. Sí, ya sé que parecen carteles de ciencia-ficción. Pero son los que me gustan.

Madrid, Septiembre de 2005

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Moyano somos y en Moyano nos convertiremos (Entretanto, cenamos en Mayte)

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 7 julio, 2009

JOAQUÍN ALBAICÍN

De pocos hábitos disfrutamos tanto como del de revolver fotos polvorientas en las cajas de cartón apiladas en las tiendas de coleccionismo, antaño llamadas de ropavejero. La víspera del banquete había hundido los dedos en una en la que las instantáneas de los héroes del ruedo vestidos de luces se alternaban con otras en que corbatas y chaquetas reemplazaban bajo sus sonrisas o sus ceños de preocupación a alamares, repujados y corbatines… Eran fotos, digámoslo así, de la vida civil de los héroes, en las que junto a ellos, chocando esos cinco, brindando con buen vino o departiendo relajadamente, sonríen o miran las musarañas del techo empresarios, escritores, artistas plásticos, niños que hoy son casi ancianos, admiradoras, mayorales, condesas, mozos de espadas, ese boxeador, tal actriz…

Los aficionados, lo mismo que quienes no lo son, cada vez que degustamos un plato de jamón o bebemos un whisky en el sitio adecuado, estamos haciendo sin saberlo historia gráfica de la Fiesta. Igual que, por curiosidad o nostalgia, compramos una foto de Domingo Ortega, Armillita o Antonio Bienvenida dándose un festín con un veterinario o recibiendo un trofeo de manos de un filósofo o una soprano de su época, comprarán los aficionados de mañana las nuestras con Julio Aparicio, Morante o Curro Díaz. Cada minuto que pasa se incrementa, no lo olvidemos, el valor que en el futuro alcanzará en Moyano nuestra imagen congelada. Es el destino de todo aficionado de pro: la gloria en sepia. Cuando nadie de cuantos un día nos tutearon siga en esta tierra, siempre quedará abierta, batida por el viento o castigada por el sol, alguna almoneda donde brille un silente fulgor del cometa de nuestro aura.

Al pie de esas fotos -¡hará tantos años positivadas!- lucirán las firmas de Constante, Botán, David Cordero, Alfredo Arévalo, Vega… Como ayer las de Alfonso, Serrano, Rodero, Marí, Santos Yubero, Lara, Chapresto, Rubio o Baldomero Hijo en las de nuestros predecesores en la devoción taurólatra. De ahí que, consciente de que Moyano soy y en Moyano me convertiré, pida siempre a Domingo Estringana –de Filmoteca Gan- y Muriel Feyner que me guarden copia de cada instantánea que me tiren en un evento de la familia taurina. El mero hecho de tenerla es ayudar al tiempo a tejer su melodía reveladora con el arco de nuestros perfiles.

Llevar tiempo en esto, claro, ayuda. Hay aficionados que son ya verdaderos clásicos de la cena de entrega de premios en Mayte Commodore, efigies que nunca faltan a la convocatoria anual en el hospitalario comedor de Luis Aguado. Algunos, de hecho, aparecen ya –con más pelo y sin gafas- en las fotos de los entreactos y bastidores del toreo de ayer. Con quien –ni aquí ni en ningún otro lado- coincidía desde hacía bastante era con Ricardo Cué, que lanzara a baluartes de la danza como Joaquín Cortés y Ángel Corella. Hoy compartimos mantel en este festín de los amigos de los premios Mayte. Anda Ricardo preparando coreografías para el Bolshoi y los Champs Elysées, además de algo fuerte con Maya Plisetskaya. Nunca, nos cuenta, ha olvidado la mirada de Carmen Amaya, aquel destello felino, aquella brasa, la noche en que, siendo niño, sus padres le llevaron a verla en el Capri de La Habana.

Pero la mayoría de los rostros presentes en la velada los hemos visto ayer, como aquel que dice, en el patio del desolladero de Las Ventas. Bueno, los de mi madre, mi mujer y mi hermana, impresionados ya en ni se sabe cuántos carretes de historia gráfica del toreo, los vemos a todas horas. Rostros de desolladero propiamente dicho, estaban Amorós, Santiago de Santiago y Javier de Montini. El siempre jovial Tico Medina. Raúl del Pozo sin rictus de póker. El doctor Fernando Claramunt, que acaba de sacar libro sobre Manolete y su tiempo. José Ortega Cano, que se desenvuelve ante el micrófono con la misma facilidad que con la pluma en las páginas de ABC. Rafael Campos de España, que, más que un clásico, es el Suetonio de la noche. Marilí Coll y María Rosa, presencias fijas en todo cóctel a que asistimos desde los días del inolvidable Pepe Montero Ríos y su corte de los milagros. Gabriel de la Casa y su hijo escultor, del mismo nombre. Maleni Loreto y Kika Aparicio (sin Julio, otro busto fijo en las cenas en Mayte y que ayer en Toledo la formó con el capote). Marujita Díaz, a quien he de buscar y dar las fotos con mi abuelo y Ali Khan en Cannes. Rafael Perea Boni, nieto de uno de los toreros a quienes más me habría gustado ver: sí señor, el de la estatua en México, el eterno novillero, el que organizó una de órdago con Rafael Ortega Gallito la tarde –agosto de 1940- en que uno debutaba en Madrid como novillero y el otro se despedía. Juan José Alonso Millán, empeñado en que me pase por Autores a cobrar y en quien mi escasa premura en abordar la susodicha gestión empieza a despertar la sospecha de si, a la chita callando, seré millonario. Álvaro Luis, una hora menos en Canarias. Luguillano, triunfador en Vista Alegre en el arranque de la temporada. Jaime Ostos, as de espadas. La Condesa de Romanones, siempre prestigiando las barreras. El periodista José Luis Jiménez, comensal también de nuestra mesa. Vidal Pérez-Herrero, que saluda desde los medios cada año con su agenda taurina. Santiago Martín El Viti, majestad inmarchitable. Gregorio Sánchez, otro especialista en puertas grandes venteñas… Un éxito, en fin, de organización de Karen Zúñiga, de los Zúñiga de Colombia, toreros valientes donde los haya habido. Y Santiago, como siempre, a cargo del protocolo.

Pasan, claro, por el estrado de los premiados Sebastián Castella, Aranda, Encabo, un Victoriano del Río que también este año ha lidiado en Madrid una corrida lucidísima… Y se anuncian los nombres galardonados por el jurado en el ciclo de 2007, que recibirán el aplauso en la próxima cena: el ya difunto Rabosillo, de la ganadería de Palha; El Juli; Morante y su magno toreo de capa en la de Beneficencia; Fernando Téllez con los palos; Fundi con la tizona… Me alegra mucho saber que el trofeo del año que viene al mejor puyazo se lo lleva Israel de Pedro. Me alegro por lo bien que picó al toro de Victoriano del Río en la tarde cumbre de la feria. Me alegro porque es amigo mío. Me alegro también porque su padre, Doroteo, apoderó a mi primo Ramón. Y porque su abuela Concha medio crió a mi madre. Porque me depara, en fin, gran regocijo que pasen los años y las generaciones y las mismas familias sigamos encontrándonos en el camino y arrimando el hombro en la común, agradecida y noble tarea de legar un buen patrimonio de imágenes de la Fiesta de hoy a los transeúntes que, dentro de cincuenta años, se rascarán el bolsillo en un puestecillo de la Cuesta de Moyano para llevarnos al salón de su casa y, quizá, hasta ponernos en un marco.

Repitámoslo, para que no se nos olvide: Moyano somos y en Moyano nos convertiremos. Entretanto… ¡vamos con ese solomillo!

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Los «adolfos» y las enchiladas del mañana.

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 6 julio, 2009

Joaquín Albaicín *

Toros con perversas intenciones, implacables en el derrote y, lo peor de todo, sin son alguno. Lo de su mala leche se combate esquivando el hachazo. Apechar con lo segundo –su falta de son- puede resultar más complicado, porque propicia que el muletazo bueno que se logre pegarle no cale en los tendidos, cornada que, a su manera, puede ser tan dolorosa o más que la del marfil. Me gustan Rafaelillo y Fundi porque, pese a oler de lejos a quirófano, son mucho más que romos suscitadores de angustias: el muletazo que logran enjaretar a las alimañas, se lo enjaretan bueno. Y esa es, creo, la razón de ser de la lidia: torear bien.

El domingo, el segundo de Adolfo Martín, de preciosa lámina, casi parte en dos por tres veces a Rafaelillo. Y también el quinto, cuando se le arrancó en los medios sabiendo dónde tiraba el gañafón… Toros como estos y toreros con este arrojo reviven en cierto modo aquel ambiente que trajo Belmonte el día de sus cinco verónicas sin enmendarse. Los aficionados, cuentan, se llevaron las manos a la cabeza sumidos en el paroxismo… El problema es que hablamos de 1913. Para finales de la década de los veinte, el ajuste, ligazón, cadencia y languidez logrado con veraguas, coquillas y villamartas por Curro Puya, Cagancho, Márquez o Félix Rodríguez habían dejado ya lo de las cinco sin enmendarse de Juan Terremoto en pura arqueología. Tras el lancear en años subsiguientes de Manolo Escudero, Rafael Albaicín, Rafael Perea Boni, Mario Cabré, Gallito, El Soldado o Silverio, continuando con el toreo a la verónica que hemos visto a Rafael de Paula, Curro Romero, Curro Vázquez o Julio Robles, o el que mismamente vemos hoy a Manuel Amador, Serafín Marín, David Mora, Uceda Leal, Morante, Ambel Posada, Sebastián Castella… nadie considera hoy una gesta cinco verónicas sin enmienda. Pegar hoy las cinco sin enmendarse de Belmonte en el marco “climático” determinado por los adolfos del domingo huele, más bien, a naftalina. No digo con ello que estos toros no debieran lidiarse en plazas de primera, ni nada así. Me parece perfecto que los anuncien. Sólo comento –sin saber si la apreciación será, en sí, buena o mala- que a mí la corrida me olió a eso, a naftalina. Y naftalina y solera no son una y la misma cosa, ni muchísimo menos.

Echar a la arena reses de tal jaez es retrasar las manillas y volver a la fiesta de Frascuelo y Cara-Ancha, a ejemplares criados para ser toreados por Bombita a metro y medio y con el pico del engaño. Ya los enduendados suspiros de Rodolfo Gaona, que profetizaban los lances de Ordóñez con mayor rotundidad de lo que suponemos, se antojaban “exóticos”, por no decir que un tanto marcianos, al aficionado que los saboreaba entonces cual esquimal que degustara una enchilada. Pero ahora, cuando todos tenemos el paladar hecho a los gustos de los cuatro puntos cardinales y presumimos que ningún sabor puede sorprendernos, resulta que aún quedan especias taurinas inéditas.

Cuando -como fue el caso de la terna actuante el domingo- se pretende hacer a los toros de 1890 un toreo acorde con las exigencias de 2007, invariablemente se extiende por el ruedo una neblina invisible que lo mismo puede anunciar la tragedia que un estallido auroral de primicias artísticas que ignoramos aún adónde nos conducirá (¿a redescubrir a Luis Miguel o, quizá, a Domingo Ortega?). Sentimos el domingo, repito, algo parecido al asombro -y el interés- del baturro de 1912 que veía por primera vez a Gaona o -por decirlo mejor- que, habituado al torrezno, saboreaba por primera vez una enchilada… Porque no nos equivoquemos: hoy, a los toros de los tiempos de Sol y Sombra no se les puede hacer faena con la lidia que creemos que entonces se les administraba (y digo creemos porque tengo la sincera convicción de que a los aficionados actuales, por muchas razones, nos es prácticamente imposible situarnos en las coordenadas mentales de los que aplaudieron a Guerrita, no digamos a Pedro Romero). Los enamorados confesos de esa lidia, si hubieran visto a Fundi, Rafaelillo y López Chaves entenderse con estos toros antiguos a la antigua, es decir, con el manejo de engaños y el juego de piernas propio de Bombita, les habrían silbado, recriminándoles con aspereza por no arrimarse, no cruzarse, no correr la mano… Es decir: que la sabrosísima enchilada habitual no sirve con esos toros, pero tampoco ya nadie –ni siquiera sus reivindicadores- quiere el torrezno. ¿Qué hacer?

Toreo de hoy a toros de ayer: loco, absurdo, criminal dilema. Mas, pese a todo, también bella aventura. No tenemos la solución a semejante enigma, que creemos es la gran ecuación que resta por resolver al toreo antes del Fin de los Tiempos. Y es que nos abraza la impresión de que hay ahí, sí, dos eslabones –Luis Miguel y Ortega- de los que, pese a lo bien presente que debería tenerse su legado, a nadie vemos acordarse en los ruedos, pero también la de que el misterio del aún irresuelto encuentro del toro antiguo con el toreo de hoy no concluye en lo que los citados les hacían (y hoy no parece querer hacerles nadie). Entre otras cosas, porque ambos, sobre todo Luis Miguel, mataron –esta es la verdad- poco toro antiguo. Su época no era ya la del torrezno.

López Chaves fue el único de la terna que, sin mucho éxito, se propuso el domingo torear de capa sin mover los pies, hasta que salió Rafaelillo en el sexto y, en su quite, pegó a este ejemplar una verónica y media de mucho sabor torero. Seguro que le gustaron esos lances a Frascuelo, al Frascuelo de hoy, que con gafas oscuras y cazadora de ante seguía la corrida desde un tendido bajo del dos. Y a lo mejor, en contra de lo que todos presuponemos, ya las pegaba así el Frascuelo de la prehistoria. ¿Así era? Es un misterio. No lo sabemos. Pero es incógnita que, tarde o temprano, habremos de despejar.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»

Arte Taurino. Uceda: ya lo avisaba el cartujo.

Posted in Arte Taurino, Joaquín Albaicín by paginatransversal on 3 julio, 2009

JOAQUÍN ALBAICÍN

A Uceda Leal sólo le había visto en Las Ventas en dos o tres tardes lacias y sin fortuna en las que prácticamente quedó inédito, salvo por su impecable manejo de la tizona, cuando comencé a tomarle en cuenta como torero a propósito de algunas entrevistas que le hicieron y leí. Reparé en que era de los pocos coletudos que no dan respuestas standard o dictadas por el apoderado. Luego, claro, le vi y aplaudí en la corrida de Victoriano del Río, de imborrable recuerdo. Hoy llegué a la plaza pensando por qué será que nunca veamos torear de capa en orden inverso al habitual, es decir: en series de medias verónicas cerradas con una entera, y no al revés. ¿No es la verónica un modo de decir hasta luego tan bueno como la media? Creo yo que sí. Rematar los rápidos en la amplitud de un lago no es menos torero que descansar de la espuma de las olas tomando refugio en la caleta…

Ya me había olvidado de ello cuando Uceda Leal compareció para recibir al cuarto cuvillo de la tarde y allí, junto a las tablas del uno, le ligó tres medias verónicas espléndidas de ajuste y torería. ¡Podía ser! Pero las verdaderamente buenas, antoñetadísimas, llegaron en el quite, tras el gran puyazo señalado por Israel de Pedro: también sucediéndose una a otra en ligazón, formando ramillete, cobrando naturaleza de eje de faena, y no de mero broche. La última fue hiperaristocrática, de suavísimo dibujo… eterna. Barrieron luego la arena ceñidísimos naturalazos, un impecable pase diestro de figura erguida, mano baja y relajo absoluto, y, tras el involuntario enganchón en el de pecho… otro gran natural y uno de pecho a pies juntos, inmenso de majestad, que me recordó al de Pepín Jiménez en la Maestranza, un día de la Virgen que fue el de su presentación como matador. La estocada, como la anterior, resultó fulminante, de inmejorable trayectoria. Con el toro ya presa de temblores agónicos, brotaron otros dos naturales y una voltereta. Y llegó la oreja, que Uceda, de malva y plata, paseó por el anillo al compás de ”Venta del Batán” y seguido por sus banderilleros ataviados a juego, los tres con bordados argénteos sobre seda negra. ¡Magnífica constelación habían formado los cuatro junto a las tablas del dos, mientras bajo el cielo otoñal veían morir al que rompió plaza!

Hubo otra media, esta a pies juntos y llevándose las manos a la cintura, que pegó Uceda en su turno al sexto y que podríamos considerar verdadero cierre de esas tres del quite anterior. ¿Le veremos algún día abrochar la serie de medias con una entera?

De cualquier modo, me lo tenía que haber olido. Voy a abrir una peluquería de señoras en la calle de Recoletos, a tiro de piedra del Wellington. El escaparate de la papelería de enfrente exhibe a uno de esos monjes cartujos que, con su varita, señalan el tiempo que viene: “Lluvioso”, “Ventoso”, “Soleado”, “Ni fu ni fa”… La otra mañana, el cartujo indicaba la inminencia de un mano a mano entre Uceda y Aparicio, con cuvillos o alcurrucenes, antes del remate de la temporada madrileña. ¿Se equivocará el monje? Yo siempre me fío del buen ojo de los dedicados a la vida contemplativa. Y tampoco tendría inconveniente –no sé la empresa- en que el duelo se anunciara y diera en Navidad. ¡Paso, en cualquier caso, a los toreros en ebullición, que trastocan el clima y hierven con fuego propio!

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo… El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web http://www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: «Opinión y Toros»