Cultura Transversal

Remedios Varo: lienzos y sueños

Posted in Autores, Joaquín Albaicín, Libros, Publicaciones by paginatransversal on 14 enero, 2016

JOAQUÍN ALBAICÍN - Foto José Luis Chaín-Soria Taurina

por Joaquín Albaicín – Semanas atrás, la tumba de José fue atacada en Jerusalén por, al parecer, activistas palestinos, lo cual me sorprendió y dolió y casi acongojó como una mala pesadilla. Lo primero, porque se supone que el hijo de Jacob es tan profeta del islam como del judaísmo y del cristianismo, religiones que practican los palestinos. Lo segundo, porque José fue sabio en el sagrado arte de la interpretación de las visiones de la noche y el quebranto de la sepultura donde duerme el sueño eterno no presenta sino trazas de ser una Señal de los Tiempos, un purulento síntoma de que vivimos en una época en la que los hombres permanecen de espaldas a cuanto acontece en el mundo onírico: y eso, si es que no han dejado de tener sueños. Yo, por ejemplo, los días en que me asomo mucho a Facebook, cuando cae la noche y desconecto mis funciones locomotrices, no suelo soñar. O, en todo caso, sueño con iconos cibernéticos, con imágenes de la red.

Quizá a ustedes les ocurra también. En cualquier caso, no es raro. La esfera electromagnética a la que internet pertenece forma parte de los planos más bajos del mundo sutil, territorio abonado para el despliegue de las correrías de las entidades demoníacas. Es, pues, de más normal que sus pisadas queden estampadas sobre el espejo del alma, ensuciándola.

Antes, no me lo negarán, se soñaba más y mejor. Hubo hasta individuos que convirtieron sus sueños en espléndidos relatos, como sucedió con Borges y algunos de sus cuentos. Otros, al sentir sus pinceles espoleados por el nagaika del surrealismo, los trasladaron al lienzo. De ahí que, leyendo los ensayos incluidos en Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo (Atalanta), no acabe uno de entender muy bien el empeño de algunos de sus autores en buscar tres pies al gato y descubrirnos que esta artista española afincada en México no fue una pintora surrealista, o, al menos, como que no lo fue tanto… ¡Si -a mis ojos- algo se desprende de sus cuadros es la profunda influencia que el universo de imágenes puesto en circulación por Breton ejerció sobre su obra! Puede que se inspirara también en asuntos caros a Gurdjieff y Ouspensky, como con profusión se señala en varios de estos textos, pero es que no ha habido prácticamente ningún pintor surrealista que, en alguna época de su vida, no se haya interesado por el ocultismo barato. En fin, que -como a los toreros el valor- a los surrealistas, el ocultismo… se les supone.

El país de los sueños fue, claramente, una de las grandes fuentes de inspiración de esta corriente artística, y no es de extrañar que de los cuadros de Remedios Varo (Anglés, 1908-México D. F., 1963), que se arrimó a sus cultores en París en la década de 1930, emane una atmósfera cuyos vaporosos perfiles y su mobiliario de máquinas fantásticas y figuras humanoides presentan poquísimos rasgos en común con el tiempo y ornamentación propios de los aconteceres de la vigilia. Lo mismo sucede con sus collages, bautizados como cadáveres exquisitos y que me recuerdan a los recortables para niños victorianos de los que nacieron las hadas de Cottingley. Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo es, en fin, un libro de hermosa factura, que contiene una exposición de imágenes muy bellas y merecedoras de la admiración del amante de la pintura y, también, de atento estudio simbólico.

Lo más llamativo nos resulta, sin embargo, que, años después de la muerte de un individuo, alguien se haya aplicado a la tarea de destripar, desmenuzar y deconstruir un sueño suyo para, tras largas cavilaciones, proceder a su interpretación. Esto era privilegio hasta ahora reservado a almas que ostentaron el poder sacerdotal o político y cuyas visiones afectaban al destino de naciones e imperios (valgan los ejemplos de Escipión o del faraón cuyas visiones tradujo José)… O incluso del mundo entero, como en el caso del sueño de Daniel. El estudio por Fariba Bogzaran, aquí incluido, del sueño digamos que doméstico de un particular, por muy pintora reconocida que fuera, es algo nuevo para mí. Y lo aplaudo. Desde luego, creo que resultaría mucho más provechoso que la gente aplicara sus esfuerzos a interpretar sus sueños o los ajenos -o, como hacían Remedios Varo y algunas de sus amigas, a preparar “recetas” para evitar los malos sueños o provocar otros de determinado tipo- que a dar vueltas a la mayoría de las pomposas idioteces dominantes en el clima de la vigilia, que, dada su naturaleza psicodemoníaca, no es raro que terminen invitando al apedreamiento de los túmulos de los santos.

A esto de los sueños han dedicado Jacobo Siruela e Inka Martí, además de un libro cada uno, varios de los títulos de su catálogo editorial, quizá convencidos, como Robert Graves, de que “la necesidad de dormir es realmente la necesidad de soñar” y de que, como ya se sabía en Epidauro y escribiera Sinesio, “cuando uno va a dormir con un problema y se despierta con una respuesta satisfactoria es obvio que el genio personal ha estado trabajando y ha diagnosticado la situación”. Esto es cierto siempre, claro, que en ellos no aparezca, como en los de Remedios Varo, demasiado gato, lo que a mí me causa un poco de repelús. Me encantan, en cambio, la torre donde las hilanderas tejen cabello de ángel en Bordando el manto celeste y los callejones y los transeúntes que los recorren en lienzos como Locomoción capilar o La despedida. ¡Espero coincidir con todos ellos alguna noche!

Foto: José Luis Chaín

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